Sería importante contar en la escuela, la necesidad de concienciarnos de la doble responsabilidad que todos tenemos de cuidar nuestro entorno y moderar nuestro consumo.
Cuidar el entorno es fundamentalmente no ensuciar, y si puede ser dejar las cosas más limpias y ordenadas de cómo las hemos encontrado.
Por otro lado, moderar el consumo se refiere a prescindir de todo lo superfluo, y consumir lo estrictamente necesario. Lo que no siempre es fácil porque la TV nos bombardea con anuncios que invitan a comprar de forma desenfrenada.
Hay que educar a la gente para que sea consciente de que consumo y felicidad no tienen nada que ver. Tener más cosas no nos hace más felices. Al contrario, nos hace más dependiente, y en el peor de los casos, nos lleva a exhibirlas ante los que no las tienen.
Hay que reflexionar antes de comprar. Primero ver si necesitamos realmente lo que compramos. Después, cuestionar todos los productos que tienen obsolescencia programada. Cuando el artículo se estropea, y vas a la tienda para que lo arreglen, y te dicen «costará más el arreglo que comprar uno nuevo», no debe admitirse. Hay que rechazar esta mala práctica, y denunciar las marcas que deliberadamente dan una vida corta a sus productos. Los aparatos deben poderse arreglar y volver a darles un uso, y así disminuir el volumen de nuestra basura. La cultura del «usar y tirar» debemos liquidarla.
A menudo vemos que cuando se renueva el mobiliario, los muebles viejos, son tirados de mala manera en la calle, cuando se podrían haber desmontado correctamente y llevados a centros sociales de recuperación de muebles, para que los puedan aprovechar personas que los necesitan. De esta manera hacemos dos acciones buenas. Una, no generamos desechos, y dos, cubrimos una necesidad.
En algunos lugares, se han puesto en marcha iniciativas de sitios de intercambio. Alemania, un país rico, hace muchos años que practica este intercambio, consciente de que beneficia a ambas partes. Es una actitud económica porque no hay gasto. Es una actitud ecológica porque disminuye la producción de residuos. Es solidaria porque ambas partes se benefician. Y es sostenible porque las ventajas son superiores a los inconvenientes.
Para salir de la dependencia del consumo, hay que hacer una reflexión. Una reflexión que nos abra la puerta a un cambio. Un cambio que sustituya el deseo de tener, por el gozo de compartir.