En Cataluña hay «una mayoría natural invisible» que nos gobierna. Lo hace desde el gobierno del estado con el apoyo, a toda costa, de ERC al gobierno Sánchez.
Sucede cada vez más en la Generalitat, donde los Comuns cada vez salvan más los muebles gracias a ERC, y es una evidencia en el Ayuntamiento de Barcelona, donde Maragall y su grupo, en teoría primera fuerza de la oposición, está atento a salvar el gobierno municipal en los momentos críticos.
Ahora mismo ha sucedido en dos ocasiones seguidas. Una ha sido con motivo del debate en el pleno sobre la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) de suspender la ZBE, porque tal y como está planteada significa una grave discriminación social. Los votos de ERC le salvaron los muebles a Colau. Y por si fuera poco también se unió a BComú para defender la supermanzana, otro de los emblemas del gobierno de la alcaldesa.
He aquí como una mayoría relativa pírrica, Colau es la segunda fuerza, gobierna en Barcelona sin consenso ni diálogo alguno. Un gobierno tan fundamental para la ciudad que no es entendido por la mayoría de la población. De hecho, Colau gobierna como si hubiera ganado una guerra o ella fuese la responsable de haber instaurado un nuevo régimen. Porque precisamente lo que hacen los nuevos regímenes es ponerse a cambiar a diestro y siniestro los nombres de las calles.
Colau ha convertido el nomenclátor de la ciudad en su patio particular de obsesiones ideológicas. Ha declarado que quiere un nomenclátor «feminista, obrerista y popular», cuando lo normal es dotar a Barcelona de unos nombres de calles estables que no vayan cambiando al gusto del alcalde de turno, y que respondan a personalidades de cierta solvencia que hayan tenido vínculos con la ciudad. Pero no, ahora mismo la antigua plaza de Antonio López, una importante figura en la industria, la banca, la navegación y filántropo, ha sido sustituida, bajo la acusación colauista de que era un esclavista, por la de Idrissa Diallo, una inmigrante que tuvo la desdicha trágica de morir en el Centro de Internamiento de Emigrantes de la Zona Franca. Todos los fallecidos son muy respetables, pero esto no justifica ir haciendo este tipo de necrológicas.
Lo que necesitan los inmigrantes del Ayuntamiento son ayudas efectivas que ahora no tienen. Como siempre, en el caso de Colau, hay mucho discurso y pocas respuestas/soluciones. Y eso explica que en último término, cuando un inmigrante se encuentra sin recursos, ni en sueños se le ocurre ir a una dependencia municipal de aquellas que les dedican placas callejeras. Sencillamente, van a Cáritas o a una parroquia, que al menos poco o mucho sabe que encontrará personas de carne y hueso que la vincularán a algún tipo de recurso que cubrirá sus necesidades.