En teoría el independentismo se jacta de disponer del 52% de los votos, algo que nunca ha sido una realidad porque en este cómputo incorporan los sufragios del PDeCAT, que no está representado en el Parlament. Lo que sí es cierto es que los partidos de gobierno junto a la CUP tienen la mayoría de escaños del Parlament. Pero, cuando llega la hora de la verdad lo que nos interesa a todos, como son los presupuestos, esta mayoría se revela tremendamente inestable.
Pese a la situación económica de Catalunya, hoy lunes 22 de noviembre, el último para conseguir que los presupuestos pasen la primera frontera, la de su tramitación, las espadas están en alto y todavía no se sabe si esto será posible. La CUP, el aliado privilegiado, le ha vuelto a hacer la «cobra» a los acercamientos de ERC y por segunda vez ha rehusado apoyarles, lo que ha abocado a Aragonés a negociar deprisa y corriendo con los Comuns de Ada Colau.
Sin embargo, al dar este paso el problema ha estallado dentro del mismo gobierno que manifiesta así que ni Aragonés tiene autoridad ni en realidad configuran una sola unidad, sino que funcionan como dos gobiernos con intereses bastante diferenciados. En la reunión negociadora con los representantes de Colau, JxCat decidió no participar y además contraprogramó la reunión, por lo que el secretario general, Jordi Sánchez, declaró en paralelo a la reunión que “no sacrificará unos buenos presupuestos para incorporar las nefastas políticas de Ada Colau en todo el país”. “No aceptaremos ningún giro de 180 grados, ni de 45, ni de 20 grados. No aceptaremos que por la puerta trasera cambien los presupuestos de Giró”. Más claro el agua. La reunión en el Palau de la Generalitat, que según los Comuns no fue bien, lo deja todo colgado hasta el último minuto. Aragonés celebra hoy una reunión extraordinaria del gobierno para tratar de recuperar la unidad y al mismo tiempo articular unos acuerdos con los Comuns que de momento no existen.
Mientras, y en la puerta, el PSC espera la oportunidad de liquidar el independentismo, si es que ya no está suficientemente liquidado, y le basta con ofrecer su abstención para que los presupuestos se puedan tramitar, si bien entonces empezaría un baile de bastones porque con tan frágil mayoría se podrían producir importantes sorpresas en la aprobación de las enmiendas.
Es realmente un relato de política-ficción que nos quieran hacer creer que aquellos que ni siquiera son capaces de sacar adelante los presupuestos con una mayoría sólida y previsible, o aprobar de una vez por todas la ley electoral de Cataluña, al mismo tiempo sean capaces de proclamarse capacitados para construir un nuevo estado en Europa.