La Cataluña abierta, cosmopolita, que acoge todas las grandes iniciativas y tendencias, esto es lo que queremos imaginar, en realidad se ha convertido en el país del “no”.
«No» al aeropuerto a pesar de querer ser un hub internacional y atraer turismo y además de calidad. Por el momento no somos nada de eso. «No» a las energías renovables porque rompen la estética del territorio y eso nos sitúa a la cola de España. Pero al mismo tiempo queremos ser líderes en la lucha contra el cambio climático. Al mismo tiempo, “no” a la energía nuclear como no podía ser de otra manera. «No» a España, pero simultáneamente se negocian los presupuestos del Estado tan bajistas que se hace difícil identificar las contrapartidas que se han obtenido para Cataluña. «No» incluso a que haya pistas de fútbol, porterías y cuatro rayas marcadas en los patios de la escuela. Es el nuevo «no» que se ha inventado la Generalitat porque ahora resulta que jugar al fútbol favorece la desigualdad, porque no está bien situado en la perspectiva de género.
Paridas sobre el “no” tantas como desee, ahora iniciativas que construyan, ni cinco de cajón. La última y no menor es la oposición redonda de la Generalitat a que en la planta que abandonará Nissan pudiera acudir una empresa que se dedica a la reparación y mejora de los vehículos blindados del ejército español. En esta ocasión Aragonés ha ganado por la mano en la carrera del “no” a Colau, y ha dicho que ni hablar de ello, con gran indignación de los trabajadores, ahora que ven que la GWM da marcha atrás haciendo difícil el plan de sustitución de la actividad industrial en la planta de Nissan. “No” a cerrar del todo la cuestión, pero los chinos reclaman más compensaciones económicas, menos coste de alquiler y exigencias por parte de Nissan. La actividad con los vehículos blindados, que no estaba del todo clara, era una balsa más ante este conjunto de incertidumbres que pesan sobre unos trabajadores angustiados, que ven que el fin de año se acerca y que sus puestos de trabajo permanecen en el aire.
Aquí, con este problema, era una ocasión de oro para que la Generalitat manifestara que también sabe decir «sí», y que es capaz de sacar industrias para suplir sin hacer juegos de manos extraños a todo lo que se perderá cuando cierre la empresa de coches japonesa. Pero el “sí” como siempre es más insuficiente, no compensa a la multitud de “nos”.
Mientras, vamos viendo cómo nuestras grandes empresas han abandonado su sede en Cataluña, y después de una manera más silenciosa, pero no por ello menos efectiva, están siendo compradas por titulares de otros lugares. Una parte importante del sector del cava está ya en manos de multinacionales alemanas y era un emblema del país.
Pero incluso el «rey de la comunicación» Jaume Roures y su imperio, ha visto, por sus dificultades económicas, cómo China se le quedaba con la empresa, y agradecidos están por poder salir del «pufo» que tenían montado con una deuda impagable. Ahora Orient Hontai Capital aportará 620 millones de euros y pasará a controlar el 80% del grupo audiovisual. El grupo publicitario WPP se quedará con el 10% y los que eran los propietarios, Jaume Roures y Tatxo Benet, verán reducida su participación a poco más del 5%, si bien ambos continuarán como gestores del proyecto en un consejo de administración donde 7 de sus miembros serán representantes de los chinos y 1 de WPP.
Cuando todas las empresas de cierta entidad hayan perdido su titularidad de manos catalanas, tendremos un país donde los centros de decisión económicos estarán fuera, lejos de nuestra realidad. Seremos una sucursal. Eso sí, una sucursal que continuará aspirando a la independencia, vete a saber cuándo y de quién.
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