Barcelona después de Colau. Más potencial que futuro (VII): La pérdida de peso económico

Barcelona es vista como una ciudad próspera y de éxito debido a su importancia como centro metropolitano, su turismo en expansión y la celebración de eventos globales como el Mobile World Congress. Se considera que tiene una economía fuerte y diversificada, con potentes clústeres, como el biosanitario y en aplicaciones TIC. Así mismo, a pesar de que la pandemia de COVID-19 tuvo un gran impacto, especialmente debido a su dependencia del turismo, su recuperación parece señalar que aquella caída no ha dejado huella.

A pesar de esta  percepción de prosperidad, Barcelona enfrenta problemas estructurales graves que no se reconocen adecuadamente. Estos problemas incluyen la pérdida de peso económico en España y Europa, la falta de natalidad, el envejecimiento de la población y la sustitución de la población autóctona por inmigrantes, con un conjunto de consecuencias económicas que ya están presentes y afectan a su futuro. Las políticas locales han afectado negativamente la base económica de la ciudad, a la vez que tanto estas como las autonómicas no están dirigidas a abordar aquellos problemas.

El conjunto de los factores críticos ya se traduce en la pérdida de peso económico en la economía española y europea a lo largo del siglo, en términos  de disminución en relación con el PIB español, a pesar de que este ha crecido menos que la media europea, reduciendo su convergencia económica con Europa.

La evolución del PIB de la ciudad en relación con el de España es claramente decreciente. En el año 2001 era del 9,4% del total estatal, y esta dimensión ya da una idea de la importancia de la capital de Cataluña. Para situar una referencia, el PIB del País Vasco fue del 6%. Pero aquella magnitud de inicios de siglo ha ido disminuyendo y en 2019 tan solo era del 6,3%. Barcelona ha perdido del orden de la tercera parte de su participación en el PIB español en lo que va de siglo.

Barcelona y su región metropolitana presentan  problemas de innovación en términos comparativos. A pesar de su importancia en la innovación no tecnológica, Barcelona enfrenta desafíos en la innovación tecnológica, que se considera crucial para el futuro económico. También la productividad de Barcelona es inferior a la mayoría de las regiones metropolitanas de Europa y está por debajo de la media europea.

La policrisis causada por la dinámica de población

 Pero las causas de los problemas de la ciudad son más y más profundos, porque afectan a la dinámica de su población en tres planos conectados, una muy baja tasa de fecundidad, con un índice, el número medio de hijos por mujer en edad fértil, de tan solo 1, 09 en  el caso de Barcelona, de 1,21 en  Cataluña y en España de 1,19.

El envejecimiento acelerado de la población y que la ciudad a pesar de su balance vegetativo continúe creciendo a base solo de la emigración, con consecuencias no previstas. Y es que los problemas demográficos en condiciones como las de la ciudad, que no son distintas a las de Cataluña y España no se pueden resolver sólo con la inmigración.

El envejecimiento tiene como mínimo dos consecuencias negativas La primera y de impacto más verificado y generalizado, está causado por el envejecimiento en la renta de los hogares: como hemos visto los hogares españoles experimentan una caída de la renta después de los 65 años, con un aumento de la desigualdad, factor este –segunda consecuencia-que de acuerdo con las formulaciones de Piketty contribuye a acentuarla. A su vez, la combinación de envejecimiento e insuficiente impulso económico conlleva que, en la formación de la Renta Familiar Bruta Disponible de la ciudad han ganado importancia las transferencias públicas, fundamentalmente las pensiones, mientras que los beneficios empresariales han disminuido su relevancia, haciendo que la ciudad dependa cada vez más de las transferencias públicas, una estructura de renta alejada de una ciudad dotada de un potente dinamismo económico.

En 1986 una tercera parte de la RFBD de Barcelona procedía del excedente empresarial y una fracción que no llegaba al 10% era fruto de las pensiones y otras transferencias. Pero con el paso del tiempo las cifras cambiaron, si bien aun sin alterar el orden: a inicios de siglo las pensiones ya significaban el 15 % mientras que el excedente empresarial se había reducido hasta representar la cuarta parte. Esta dinámica se acentuó a lo largo del siglo y en 2010 por primera vez las pensiones superaban los beneficios empresariales en el ámbito de Cataluña, pero no todavía en Barcelona. En 2019 las transferencias en la capital superan en casi dos puntos y medio a los excedentes empresariales y se aproximan a significar la cuarta parte de toda la RFDB, a la vez que los salarios significan la proporción más pequeña de todo el periodo observado de más de 40 años.

La renta Familiar Disponible Bruta, tanto de Barcelona como de toda Cataluña, depende cada vez más de las pensiones, el porcentaje de participación salarial se reduce y todavía lo hacen más los beneficios. Desde 1986 el peso de las pensiones en la renta de la ciudad ha crecido en 14,43 puntos porcentuales (p.p.), el excedente empresarial se ha reducido en más de 10 p.p. y el peso de los salarios lo ha hecho en 5 p.p.

A estos factores estructurales negativos debe añadirse un tercero: los efectos de la inmigración en una estructura de producción muy marcada por el turismo, un problema que sucede, no porque la inmigración en si misma resulte intrínsecamente negativa, sino porque por sí sola no puede resolver todos los retos económicos relacionados con el envejecimiento y la baja natalidad.

Una inmigración que reduce la productividad y, por tanto, la renta  de las familias

La cuestión de la inmigración en Cataluña, y en España en general, se aborda principalmente desde una perspectiva positiva, destacando su contribución a la Seguridad Social y al aumento del PIB, pero se presta poca atención a su impacto en la productividad, un factor crítico para el desarrollo económico.

Según datos del INE, Barcelona tiene una alta proporción de población nacida en el extranjero, que se acerca al  30%. Esto la sitúa como una de las ciudades europeas con mayor dependencia de la inmigración, pero no se están implementando políticas municipales o catalanas que aborden esta realidad creciente y palien sus efectos negativos. Como el discurso ideológico señala acríticamente que es fantásticamente buena, sin contraindicaciones, ¿para qué se van a tomar medidas?

En Cataluña, además, y  a causa de la normativa de la Generalitat, se ha producido una vía adicional de regularización de inmigrantes a través de la inscripción de parejas de hecho ante notario, lo que ha llevado a un aumento significativo en el número de inscripciones. Esto crea una situación irregular que está generando un mercado de servicios relacionados con la regularización de parejas de hecho y que facilita la concentración de inmigrantes en las ciudades catalanas.

La población inmigrante tiende a tener un capital humano menor en comparación con la población autóctona de edad equivalente, y su capital social también es más limitado debido a su salida de sus países de origen. Esto dificulta su inserción en trabajos calificados y afecta negativamente a la productividad.

Los hijos de parejas de primera generación de inmigrantes pueden tener condiciones ligeramente mejores que sus padres, pero, aun así, su situación es inferior a la de la población autóctona en términos de capital humano y social, lo que los coloca en desventaja en un entorno competitivo. En esta situación influyen la deficiente situación de: a) el sistema público de educación; b) la insuficiente atención a la pobreza infantil. Esto posee una incidencia sobre toda la población, pero por sus peores condiciones de salida afecta más a la mayoría de hijos de inmigrantes.

Una causa diferente apunta hacia la misma consecuencia de debilitar el capital humano y social de los hijos de parejas de inmigrantes (si bien en mayor medida lo hace sobre la población autóctona). Se trata de que el número de nacimientos fuera del matrimonio está en aumento, lo que puede afectar negativamente al rendimiento escolar de las generaciones más jóvenes.

La productividad es un problema crítico en la economía española, y se atribuye a varios factores, incluyendo la asignación ineficiente de trabajo y capital en sectores de baja productividad. La  Productividad Total de los Factores (PTF), la más importante expresión de este factor ha disminuido en España desde la década de 1990, lo que la coloca en una posición desventajosa en comparación con otros países europeos. El trabajo de inmigrantes tiende a concentrarse en este tipo de sectores de baja productividad, como el turismo, la hostelería y los servicios personales, y estimula  la inversión en estos sectores sin mejorar la productividad ni los salarios.

Los datos demuestran que los inmigrantes tienen una productividad inferior en comparación con los nativos en términos de euros por trabajador y horas trabajadas al mes, pero no en todos los supuestos. Es el sector de recepción del trabajo quien lo determina, si bien son los sectores vinculados con el turismo y los cuidados personales, lo que por su menor exigencia atrae esta oferta en mayor medida.

Así mismo, la subocupación de trabajadores inmigrantes con títulos universitarios en ocupaciones que requieren de educación inferior es un problema, si bien la falta de políticas para abordar esta desviación afecta tanto a la población inmigrante como a la autóctona.

La concentración de inmigración en ciudades como Barcelona, tiene así mismo un efecto sobre el coste de la vivienda, dado que este sector de población está más motivado a conseguir vivir en una ciudad grande por las posibilidades laborales que ofrece y por ello más predispuesto a dedicar una fracción mayor de su renta a pagarla, que la población autóctona. El resultado es aumentar el proceso de sustitución localizado en la ciudad. Todo esto se ve favorecido por las malas  políticas de vivienda que se han venido desarrollando.

La conclusión

Es evidente que, si las políticas municipales de Barcelona no abordan de manera coordinada los problemas estructurales reseñados, el declive se acentuará, y con él el de Cataluña. Con todo, es necesaria una vigorosa política de ámbito estatal en beneficio de los ámbitos territoriales inferiores, que propicie la PTF, mejore la educación y la formación permanente, la reducción de la pobreza infantil, la adecuada acogida de la inmigración sin establecer desigualdades con la población autóctona, lo que significa más recursos para los servicios sociales y una vigorosa política de vivienda.

Seguramente la inmigración debería limitarse para evitar seguir dotando a los sectores de baja productividad, sustituyéndola por una mayor inversión en los países emisores. Cuestión aparte y central por su importancia decisiva, es una política familiar cuyo gasto con relación al PIB supere la media europea de la que hoy nos encontramos muy alejados, incluidas todas las políticas que favorezcan la natalidad.

Barcelona después de Colau. Más potencial que futuro (VI). Inmigración y productividad

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