3. Se ha creado mucho empleo, pero hay que señalar varias omisiones que condicionan nuestro futuro. Descontando el empleo público, buena parte de estos nuevos lugares han sido ocupados por la inmigración; el 40% está ocupado por extranjeros llegados desde 2022. Si ampliáramos un poco más el período de tiempo, hasta la Covid, nos acercaríamos a la mitad. En la construcción, el comercio y la hostelería, el porcentaje desde 2022 se sitúa entre el 45% y el 60%, mientras que en la agricultura asciende al 80%. Esto explica por qué, a pesar de haber creado tanto trabajo, seguimos en la cola de Europa en número de parados, con una cifra que supera el 11% y que presenta un aspecto peor en el caso de los jóvenes, con una magnitud que más que duplica esa cifra. Esto significa dos cosas: no se crea trabajo para nuestros jóvenes en la medida suficiente y, además, se consolida una enorme bolsa de parados de larga duración. De paso, constatamos el fracaso crónico de los servicios estatales de empleo. No es un dato menor como la emigración castiga al capital humano español, que es precisamente una de nuestras debilidades. El valor del capital humano que pierde España por el efecto de la emigración superó los 150.000 millones de euros en 2022, un 40% más que antes de la COVID-19, según un estudio (aquí) de la Fundación BBVA. España, también en 2024 —aún no hay datos oficiales al respecto—, importa inmigrantes en masa con bajo capital humano y exporta un volumen importante de capital humano propio, inversión realizada en buena parte a través del gasto público, porque otros países se beneficien.
4 . La realidad es que España presenta una tasa de empleo que es la cuarta peor de la Unión Europea y una tasa de paro que es simplemente la peor -11,6%-, por encima incluso de la griega, que es del 10,1%. Italia, que comparte algunos puntos de semejanza con España y lleva años sin funcionar del todo bien, tiene una tasa de paro del 6,7%, una cifra que está fuera de cualquier horizonte temporal español.
5. Un dato ciertamente favorable es la reducción de la desigualdad, expresada en términos del índice de Gini, que es una de las medidas más habituales de esta característica. De acuerdo con los datos de CaixaBank, la desigualdad, tras las transferencias públicas, fue 2,9 puntos menor que antes de la pandemia en España en octubre de 2024. Con todo, cabe advertir que España presenta también en éste aspecto un panorama francamente peor que el conjunto de la Unión Europea. Nuestro coeficiente de Gini para 2023 es de 31,5, mientras que la UE-27 está en 29,6, ocupando España la antepenúltima posición junto a Italia. Sólo presentan peores resultados Grecia (31,8) y Portugal (33,7). Por otra parte, la brecha entre salarios y precios de los alimentos, en puntos porcentuales de diferencia entre el cuarto trimestre de 2019 y el segundo trimestre de 2024, sitúa a España en un lugar destacado con 13,8 puntos, superior al de Italia ( 13,13) o Francia (11,7) y sólo por debajo de Alemania (16,5). Es un dato que contribuye a explicar el malestar de la población.
6. Un dato preocupante es el de los ingresos medios por generación, porque llueve sobre mojado. Se constata que la generación 81-91 es la que dispone de unos ingresos inferiores a los de generaciones precedentes de 1948 a 1991, cuando tenían su edad, según los datos publicados por el informe mensual de CaixaBank Research de diciembre de 2024.
7. Esta mala posición de los jóvenes, que se traduce en términos de paro y peores ingresos que los de generaciones precedentes, se ve agravada por la emigración. Una tercera parte, como mínimo, de los que se marcharon en 2022 son menores de 35 años. A esto se añade lo que seguramente es ahora el factor más crítico de todos: la vivienda —aceptando este calificativo para una persona de 35 años como máximo—, le resulta imposible comprar o alquilar un piso en las principales ciudades. No es un detalle menor que, si bien la tasa AROPE —un indicador que mide varias variables sobre las dificultades de la población por hacer frente a la vida cotidiana (frecuencia de comidas con proteínas, calefacción en casa, etc.)— se ha reducido muy ligeramente desde 2019, en el caso de los más jóvenes ha tendido a aumentar.
8. La vivienda se ha convertido en un problema clave para todos y es absolutamente dramático para las personas jóvenes, las de bajos ingresos o las familias con hijos. Este problema es evidente que no viene de ahora y que acumula una serie de factores, pero hay que recordar que el gobierno Sánchez, que lleva más de 6 años dirigiendo el país, y que en este largo período de tiempo el problema se ha multiplicado en unos términos insoportables: es una de sus grandes responsabilidades. No ha hecho prácticamente nada útil, a pesar de haber anunciado en numerosas ocasiones grandes promociones y soluciones inmobiliarias, sobre todo antes de elecciones. Ahora que viene a principios de año, Sánchez hará otro anuncio de grandes dimensiones con la creación de una empresa pública de vivienda. Será un fiasco absoluto, y no es necesario ser vidente para afirmarlo. No puede abordarse el problema de la vivienda sin una acción conjunta y planificada con las comunidades autónomas y los ayuntamientos, porque son ellos quienes tienen las competencias determinantes para que se hagan promociones, y eso no lo considera Sánchez. Tampoco resolverá nada a corto y medio plazo porque el tiempo de maduración de cualquier promoción es especialmente largo en España, lo que habría exigido una modificación urgente de la legislación vigente, algo que hasta ahora no se ha realizado. El déficit debe situarse en 500.000 viviendas según los últimos datos del Banco de España, aunque este organismo, con el anterior Gobernador, que no fue nombrado por un gobierno socialista, había situado la cifra en 600.000.
Dadas las previsiones sobre la creación de hogares, se puede presumir que en 2026 habrá crecido hasta aproximarse al millón con los ritmos actuales de construcción, que se sitúan en torno a las 110.000 viviendas al año, cuando en realidad se necesitarían más del doble. Sánchez no aborda esto, pero además se necesitan medidas ahora mismo para jóvenes y, sobre todo, para aquellos que deseen formar una familia o para familias con hijos que viven en condiciones de masificación penosas y con niveles inferiores de renta. Todo esto requiere medidas específicas y de urgencia, que para nada son incompatibles con una solución planificada a largo plazo. Porque cabe decir que el tema se ha vuelto tan complicado que la acción del Estado por sí mismo —incluso en políticas consorciadas con el sector privado— es insuficiente si no se establece una planificación real que, además, debe tener en cuenta las localizaciones debido al factor limitante por excelencia: la disponibilidad de suelo en buenas condiciones.
9. Un gran agujero de la política económica española es la ausencia de una ayuda universal para las familias con hijos, en el bien entendido que su mejor o peor funcionamiento incide rotundamente en la economía del país a corto ya largo plazo, a través del capital social y capital humano que genera cada familia, y de ahí en la productividad y, en última instancia, en la renta per cápita. Sólo el dogmatismo ideológico de un gobierno que se proclama feminista puede ignorar esta evidencia, mientras sigue a la cola de Europa en estas políticas públicas, y la natalidad se ha hundido hasta 1,1 hijos por mujer en edad de procrear, cuando para mantener a la población se necesita prácticamente el doble.
10. La imagen de futuro que The Economist no recoge lo que expresan estos datos: una falta brutal de descendencia; sin embargo, los jóvenes y las familias con hijos son los dos grupos peor tratados por las políticas públicas. No se generan puestos de trabajo suficientemente retribuidos para la población joven dotada de buen capital humano, mientras se multiplica el empleo que absorben a los inmigrantes de baja productividad. Ésta es otra radiografía de España. La real.