La característica fundamental del escenario que llevó a aquel conflicto bélico fue, por un lado, la inestabilidad, especialmente en el este, y sobre todo el hecho de que los gobernantes dieran pasos hacia la guerra sin tener plena conciencia de sus actos. El historiador Christopher Clark lo explica muy bien en el libro Sonámbulos: Cómo Europa fue a la guerra en 1914. No está claro que en la situación actual todos lo sean, de sonámbulos. EEUU tiene una idea clara de hacia dónde le interesa ir y Rusia ha dado un paso que sabe que puede tener consecuencias. El sonambulismo más bien se aplica a los dirigentes europeos.
Un ejemplo lo encontramos en Sánchez, que en plena crisis económica adopta la decisión de incrementar el gasto en defensa a pesar de que las encuestas señalan que menos del 50% de la población española estaría dispuesta a luchar por defender de la invasión a su propio país y que un 52% se opone a la intervención militar. Sólo un 23,7% considera justificado que el gobierno español ordenara una acción militar a consecuencia de un conflicto internacional. En otros términos, este país no está por aventuras bélicas.
Pero, a pesar de este hecho, el gobierno español está alineado de una forma perfecta con los intereses de EE.UU. y con el seguidismo alemán, que ahora ha decidido comprar el más moderno avión de ataque que existe y también el más caro, el F35, para rearmar su aviación, que está muy obsoleta. Es remarcable que esta compra masiva se haga en detrimento del proyecto de avión europeo Eurofighter, en cuya construcción participan, además de la propia Alemania, Francia y España. Menos mal que el gobierno alemán está formado por los socialdemócratas y los pacifistas de los verdes.
Sin movernos de Alemania, cabe recordar que en este país existe una base con 20 bombarderos nucleares B61 que están a menos de media hora de capacidad de bombardeo de sitios estratégicos rusos. Esta base, que lleva ya años, obliga a la reflexión sobre si EEUU aceptaría que aviones con capacidad nuclear de China o Rusia tuvieran, por ejemplo, una base en Venezuela. Y es que la asimetría de las razones entre un lado y otro es muy notable. Y eso es, precisamente, lo que en estos días señalaban dos personalidades tan distintas como el exembajador de España en Rusia, Juan Antonio March, y el director del Instituto de Políticas de Seguridad de Shanghai, Lanxin Xiang.
El que fue embajador en Rusia entre 2007 y 2011, nacido en Barcelona en 1958, declaraba en La Vanguardia que “hay que volver a ofrecer confianza a Rusia” y añadía citando a De Gaulle que “ hay que construir una Europa del Atlántico en los Urales y de los Urales en el Pacífico”. Remarcaba la necesidad de convocar una conferencia de seguridad y desarrollo común en Europa, y así poder ofrecer a Rusia un proyecto de futuro conjunto con Europa. Afirmaba esta necesidad porque decía que tal y como están planeadas las cosas, además de Ucrania, son perdedoras claras Rusia y la propia Europa. Subrayaba también que no ha habido ningún conflicto que al cabo de 15 días de empezar ya se empezaran negociaciones para buscar un entendimiento, señalando que, por tanto, había voluntad de llegar a una solución, y también señalaba que era insólito que Putin haya recibido a Macron 15 veces y que acepte las reuniones en Bielorrusia o Turquía para negociar la paz. Constataba que esto tan pronto habitualmente no sucede.
Por su parte el especialista en geoestrategia, Lanxin Xiang, señalaba que la invasión de Ucrania no tiene justificación, pero sí tiene causas y que éstas ya fueron advertidas por el embajador en Moscú, George Kennan, en 1946 cuando anticipaba la guerra fría, y lo reiteró en 1998 cuando la expansión de la OTAN dentro de las fronteras rusas, al calificar de grave error esta decisión. Señalaba precisamente el antecedente de EEUU cuando Kennedy estuvo dispuesto a acudir a una guerra nuclear para evitar que la URSS instalara sus misiles en Cuba. Señalaba también que no es exacto que la de Ucrania sea la mayor invasión desde la II Guerra Mundial. La de Irak fue también una invasión de una nación soberana con la falsa excusa de las armas de destrucción masiva.
Antoni Puigverd recordaba en su artículo “Fuck the EU”, es decir, que se “Joda la UE”, que Victoria Nuland es la actual subsecretaria de estado para asuntos políticos de la administración Biden y la que toma decisiones en relación con la crisis de Ucrania. Pues bien, esa misma persona ya formaba parte de la administración republicana, actuando de asesora del vicepresidente Cheney durante la ocupación de Irak y después embajadora de EE.UU. en la OTAN en el segundo mandato de Bush hijo. Este halcón estadounidense es ahora una persona clave en la administración demócrata, lo que da una idea de lo intercambiables de las posiciones en este terreno, a pesar de las diferencias entre republicanos y demócratas en otras cuestiones. Nuland era ya entonces partidaria de establecer “ bases permanentes a lo largo de la frontera oriental de la OTAN“. También tuvo una intervención decisiva en las manifestaciones de Maidán (2013-14) que comportaron el derribo del presidente de Ucrania Víktor Yanukovich y fue en el transcurso de estas intervenciones cuando se conoció aquella expresión que la ha hecho famosa, “Fuck the EU”, porque entonces los europeos rechazaban lo que Nuland quería, que era el envío de armamento a Ucrania para favorecer el clima de tensión con EE.UU.
Por si fuera poco, se han iniciado maniobras en Noruega en las que participan 27.000 soldados, y que especialmente desde el Reino Unido han servido para formular declaraciones amenazadoras de Johnson contra Rusia.
Existe el riesgo evidente de una mayor disociación entre el sentido de las poblaciones europeas que no limitan con Rusia y las acciones de los gobiernos. Esta separación aumentará lógicamente en la medida en que se multipliquen las consecuencias de las sanciones a Rusia. Seguro que Europa ha disparado ya dos tiros a los pies de Moscú, pero con toda certeza también ha aprovechado la ocasión para dispararse uno a su propio pie. Mientras, EEUU lo mira y presiona, ahora anunciando que China tiene intención de ayudar militarmente a Rusia. Es la primera noticia. Como otras muchas no sabemos que tiene de cierta, pero lo que sí es cierto es que tiene todos los números de convertirse en una profecía autocumplida.