En el pasado día de Sant Jordi la tradicional misa que se celebra en la capilla de Sant Jordi del Palau de la Generalitat quedó fuera del programa de fiestas. De hecho, fue prácticamente una misa clandestina. De esta forma se volvía a romper una tradición secular, que se recuperó con la reinstauración de la Generalitat durante la transición. También se suprimió otro acto tradicional, en el que el arzobispo de Barcelona bendecía las paradas de rosas que se instalan dentro del Palau Es una manifestación más de la poca estimación que Aragonès tiene por las tradiciones cuando éstas tienen una imprenta cristiana. Y como prácticamente todas las de Cataluña tienen esta característica, es evidente que la identidad del país en cuanto a su tradición, queda absolutamente desmenuzada con la actual presidencia de la Generalitat.
Pero el mayor contraste, la paradoja que convierte a Aragonès en hermano gemelo ideológico de Ada Colau, es el trato que en contrapartida otorga al islam, que es de un relieve inusitado. En el breve vídeo adjunto se puede constatar cómo el presidente de la Generalitat se dirige a la representación islámica en el transcurso de una celebración (por cierto nunca ha acudido a una celebración católica) afirmando que ellos no necesitan integrarse en Cataluña porque ya son Cataluña.
Es algo realmente sorprendente, que pone de relieve qué ideología gobierna hoy en ERC, que poco tiene que ver con la nación catalana. Es evidente que una persona venida de otra cultura, ya no digamos toda una comunidad, sí necesita integrarse en nuestro país. Lo necesita empezando por la lengua. La inmensa mayoría de musulmanes no tienen ningún interés por el catalán y este es un hecho que agrava la situación lingüística del país porque se constituyen nuevas familias que difícilmente tendrán el catalán ni siquiera como segunda lengua.
Pero es que además necesitan integrarse en una nueva cultura y un marco de derechos que es absolutamente diferente al de sus países de origen. ¡Qué gran contradicción, afirmar que la comunidad islámica no debe integrarse en Cataluña y al mismo tiempo reclamarse como un gobierno feminista y tener un departamento dedicado a esta cuestión! ¿Hay que recordar la situación de la mujer en la comunidad islámica de hoy? ¿Cómo es posible compaginar el marco cultural y jurídico de nuestro país con, por ejemplo, el matrimonio islámico, en el que un hombre legalmente puede formar familias con mujeres distintas? ¿Cómo es posible compaginar la defensa y protección de los animales con el sacrificio halal que conlleva la muerte por desangre del animal sacrificado? Y así podríamos seguir indefinidamente.
Pero lo más grave de todo esto seguramente es, por un lado, el “repulso” que le causa toda característica española al presidente de la Generalitat, empezando por la lengua y pasando por su cultura, y la facilidad con la que otorga derechos de naturaleza catalana al mundo islámico. Verán, la gran proximidad es con la comunidad española de la que formamos parte desde hace siglos y compartimos cultura e idioma, y donde están las diferencias importantes, no irresolubles, pero sí importantes, donde es necesario que hagan ellos todo el esfuerzo es al integrarse en nuestra lengua cultura y legislación, esfuerzo al que debemos corresponder con la acogida, que en ningún caso significa, como pretende Aragonès, declarar la cultura islámica como formando parte de la naturaleza catalana.
Raimon canta que quien pierde las raíces pierde la identidad, y éste es el problema de Aragonès, de ERC y de una parte del independentismo de hoy, que quieren una independencia de un país que no tiene identidad ni cultura propia.
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