Una reivindicación permanente de Cataluña ha sido la insuficiente inversión pública del estado, y he aquí que ahora se produce una gran paradoja. Una importante inversión precisamente en una infraestructura clave como es el aeropuerto de Barcelona que quiere hacer AENA, corre el riesgo de perderse porque Ada Colau y los Comuns, con la colaboración de ERC, se oponen.
Ante esta tesitura, el nuevo gobierno de Pere Aragonès en lugar de mostrar una visión clara, la que sea, pero clara, que es signo del buen gobernante, ha decidido no pronunciarse sobre la ampliación y anunciar una magna mesa de trabajo que, además del ejecutivo habrá una representación del gobierno español, de AENA, de los ayuntamientos implicados, de los ecologistas (?) y de los vecinos, sin tener muy claro qué significa este concepto. Es tan amplia la comisión que el día que se reúna se corre el riesgo de que a personas que pasen cerca del lugar de la mesa de trabajo las terminen captando para la misma.
Realmente, no es serio por parte del presidente de la Generalitat esta respuesta, que sólo hace que escurrir el bulto, porque ha tenido tiempo e información sobrada como vicepresidente en funciones de presidente, para tener una composición de lugar precisa del problema. Lo que falta es valor de tomar la decisión. Empezamos mal.
Pero, la cuestión es más amplia, lo que hay detrás de este y otros problemas es un déficit de planificación del territorio que, a su vez, significa una falta de visión global. Lo que siempre ha caracterizado al gobierno de Cataluña, en la Mancomunidad, en la Generalitat republicana y en la Generalitat de la monarquía, ha sido precisamente disponer de unas directrices claras expresadas en planes territoriales. Incluso en el periodo franquista, cuando existían estas instancias de autogobierno, ámbitos locales, como la antigua autoridad metropolitana, habían hecho ambiciosas propuestas de planeamiento, tanto que ya en los años setenta contemplaban un nuevo aeropuerto para Barcelona situado en el Penedès. No hay en este momento una visión clara de cuál debe ser el sistema aeroportuario catalán. Si hacer crecer mucho el aeropuerto de Barcelona, que es fundamental, o trabajar con un sistema con tres centros, sobre todo Girona y también Reus, unidos por una línea aeropuerto a aeropuerto de alta velocidad. Porque, en definitiva, el tiempo de traslado de uno a otro por este sistema no superaría la media hora.
Ahora, 200 entidades reclaman la ampliación . Es lógico que lo hagan, pero esta reclamación no altera el problema más general que ahora afecta al aeropuerto, como también guarda relación en otro orden de cosas con las comunicaciones con el sur de Cataluña o el sistema ferroviario y del transporte público que queremos para el país, y así una serie de cuestiones. Hace muchos años, tal vez dos décadas, que ha desaparecido la mente individual y colectiva que podía tener todo el país en la cabeza.