Cataluña es una de las comunidades que a lo largo de los meses ha tenido más restricciones, especialmente en los sectores de la hostelería y del comercio. Se ha usado y abusado de las restricciones sectoriales y al mismo tiempo no se han aplicado prácticamente confinamientos territoriales en aquellas poblaciones o comarcas con niveles muy altos de contagios. La estrategia de Cataluña ha sido y es dura, pero con hechos extraños como el concierto multitudinario de los Love of Lesbian o el extraordinario retraso en la vacunación de los mayores de 80 años, que sitúa a Cataluña en la cola de las CCAA, aunque esta población concentra el mayor número de defunciones.
A pesar de todo ello entramos en Semana Santa con unos indicadores muy preocupantes. Por un lado las UCI están en un nivel de ocupación mayor que el de la segunda ola. Ahora tienen 396 pacientes, cuando en octubre no se llegaba a los 200. El número «r», que expresa la cifra de contagios de un portador, ha ido remontando y ahora se sitúa ya en el 1,10. Significa que el número de casos aumenta un 10% aproximadamente cada 5 días. Si siguiera aumentando a consecuencia de la Semana Santa y se situara en el 1,2 o 1,3 querría decir que estamos multiplicando por un 20% o un 30 % el número de contagios cada 5 días, y eso sería realmente desastroso.
¿Cómo es posible esta falta de control después de meses y meses de restricciones intensas? La causa es un déficit crónico que el departamento de Salud no ha sabido o no ha querido resolver con un control más eficaz de la pandemia, sobre todo cuando ésta se sitúa en niveles más bajos y más fáciles, por tanto, de controlar. La combinación de tests masivos hechos de manera sistemática, el control rápido de los positivos, la detección eficaz de sus redes de contagio y la garantía de que las cuarentenas son completas, es la condición necesaria para evitar este Dragon Khan, que es la situación de la pandemia en Cataluña.
Un buen gobierno y un buen Parlamento exigirían explicaciones claras y concretas a los responsables de la Sanidad sobre por qué no existe este control suficiente. En lugar de eso, se dedican a un continuo hacer y deshacer hasta haber mareado y confundido a los ciudadanos con medidas horarias, cierres y aperturas de interiores de locales, al tiempo que se manifiestan incapaces de evitar las concentraciones masivas de gente bebiendo en la calle o en las playas.
Por si fuera poco, existe el retraso, apuntado, en la vacunación que está ocasionando muertes en los mayores de 80 años que se podrían haber evitado. Y también hay una mortalidad colateral derivada que es que en la mayoría de CAPs han perdido la atención habitual a las otras patologías, porque todo está absorbido por la Covid.
Es un panorama desastroso, pero ni siquiera siendo así, conseguimos que aspirantes del gobierno, partidos y Parlamento le dediquen la atención necesaria.