Si en “La catástrofe que anda: España y Europa en descomposición”, situábamos el contexto catastrófico de España y la Unión Europea, hay que situar algunas especificidades relevantes de Cataluña, dado que no puede olvidarse que estas se sitúan en el marco descrito para España y Europa y no hace otra cosa que señalar la mayor gravedad de la situación catalana.
Recordemos los puntos del artículo anterior:
- Asunción de la realidad catastrófica.
La crisis no es futura ni hipotética: ya está presente y afecta a España, Cataluña y buena parte de Europa.
- Fractura estructural de la Unión Europea.
La UE vive bajo la hegemonía de la cultura de la desvinculación, que erosiona vínculos sociales, políticos e institucionales.
- Vivienda e inflación acumulada.
La inflación acumulada y la vivienda han deteriorado las condiciones de vida, destruyendo la capacidad de disponer de un proyecto de jóvenes.
- Juventud colapsada por la hipoteca.
Una cuota media equivale al 70% del salario real de los jóvenes. Es una imposibilidad vital, no una dificultad.
- Estado gigantesco, endeudado y caro.
La deuda crece y los intereses son una de las mayores partidas del presupuesto. Los costes de transacción del Estado se hinchan, sobre todo, por el salario público mucho mayor que el privado.
- Sistema de pensiones insostenible.
La OCDE alerta de que el modelo actual de pensiones es inviable por la indexación sobre la inflación, el envejecimiento. Existe un factor de coste adicional creciente en el aumento del gasto sanitario.
- Inmigración masiva de baja productividad.
Efectos directos:
– sube el precio de la vivienda.
– bajan salarios de los sectores afectados.
– tensiona sanidad y educación.
– impacto político creciente.
- Infraestructuras en colapso permanente.
La AP-7 y Cercanías ejemplifican el colapso material, que incide negativamente en la productividad del país.
- Europa deriva bélica sin estrategia.
Se impulsa una preparación para la guerra con Rusia sin justificación estratégica sólida. El resultado es mayor gasto del estado. Antonio Costa es el único que señala la necesidad de reorientarse.
- Crisis institucional española.
Los tres poderes se enfrentan. No existen presupuestos. El gobierno no gobierna: solo sobrevive.
- Democracia reducida a ritual.
Los partidos olvidan que la democracia no es un principio sagrado, sino un método de eficacia que hoy no funciona.
- Conclusión: propaganda vs. realidad
El país vive una catástrofe real tapada por anuncios y promesas. La realidad termina siempre imponiéndose, y lo hará con dureza.
Si alguna zona del mapa europeo ejemplifica la catástrofe con una pureza casi dolorosa, es Cataluña.
El país que había sido el eje industrial, cultural y moral de la península es hoy un territorio agotado, socialmente fracturado y demográficamente desbordado.
Los indicadores lo anunciaban hace años, pero nadie quiso escucharles. Ahora ya no son señales: son diagnósticas.
El retroceso económico: Madrid supera a Cataluña
Madrid lleva años pesando más en el PIB español que Cataluña. Y la distancia crece. Demasiadas inversiones perdidas. Demasiadas empresas que se han marchado. Demasiado ruido político y demasiado poca gestión. Cataluña ha dejado de ser el motor de España para convertirse en su rémora más preocupante. Las élites económicas catalanas han optado más por la rentabilidad inmediata (turismo y derivados) que por proyectos de futuro (industria y tecnología).
La pobreza de los ocupados: un país que trabaja y sigue siendo pobre
El informe FOESA es una autopsia social: 1,4 millones de trabajadores –el 38%– viven en precariedad. Y entre los menores de 30 años, la proporción sube hasta el 65%.
Esto significa que la mayoría de los jóvenes catalanes trabajan y siguen siendo pobres. El trabajo, que había sido el mecanismo de ascenso social, no garantiza ya nada. Ni la autonomía económica. Ni la dignidad adulta. Ni el futuro.
Un 13% de los precarios tiene estudios universitarios. Es la prueba de que la universidad ha dejado de ser puerta de entrada a la prosperidad.
La cohesión social rota
Cataluña es hoy una sociedad debilitada, deshilachada. Los servicios públicos -sanidad, educación, transporte- funcionan bajo presión y están desbordados. La vivienda es un muro imposible de escalar. La natalidad es la más baja de toda su historia, mientras que el aborto representa el 40% de los embarazos. Una sociedad sin hijos es una sociedad que ha renunciado a sí misma.
Colapso lingüístico: la desaparición acelerada del catalán
El deterioro de la lengua es tan vertiginoso que cuesta aceptarlo con frialdad de analista.
Datos de la Generalitat:
– Solo el 26,9% de los habitantes de Barcelona tienen el catalán como lengua habitual.
– El castellano se impone con un 47,3%.
– En el área metropolitana, el catalán es aún más minoritario.
– Solo en el Ebro, el Pirineo y la Cataluña central se mantiene claramente mayoritario.
El descenso respecto al 2018 es de entre 2 y 3 puntos, pero en el Gironès llega a los 9 puntos: un estremecimiento demográfico que explica por sí mismo el futuro lingüístico del país.
Nunca, ni en el franquismo, el catalán había retrocedido tan rápido. La escuela, que en teoría debería salvarlo, no puede hacer milagros: una lengua que se reduce a materia escolar y además no es presentada de forma atractiva no tiene futuro. El catalán ha dejado de ser una lengua de progreso social; hemos retrocedido al siglo XIX en este sentido.
Si nada cambia, en poco más de una década la lengua habitual de Cataluña será el castellano. Y con la lengua -que es estructura moral y sustancia histórica- se perderá también el país.
Un territorio saturado y un gobierno extenuado
Cataluña no solo pierde cohesión; pierde gobernabilidad. Ha pasado de 6 a 8 millones de habitantes en un tiempo récord, pero el presupuesto social no ha crecido en la misma proporción.
Es un país que ha perdido el control de su propio destino, porque no tiene un modelo propio con el que cumplir. El legado de Pujol está desaparecido, y ningún otro lo ha sustituido La dimensión extrema de la pérdida es un gobierno monocolor de la Generalitat, de un partido que depende de su central en Madrid, que no puede reconocer el grado de catástrofe que nos afecta tras siete años de gobierno socialista en España y sobreactúa con títulos de planes y programas, sobreactúa tanto, que llama al ejército (la UME) y a la Guardia Civil (SEPRONA) para controlar la Peste Porcina Africana.
El triple eje de la catástrofe catalana
- Lengua y cultura: en retroceso acelerado y sin modelo de integración real.
- Vivienda: un muro que expulsa a jóvenes y familias a la periferia de una vida interrumpida.
- Natalidad: la más baja de la historia, con una sociedad que aborta más que engendra.
Este triángulo es mortal para cualquier nación.
El final de un ciclo histórico
Cataluña había sido una sociedad cohesionada, emprendedora, capaz de construirse y reconstruirse. Hoy es un país fragmentado, empobrecido, desorientado y demográficamente desbordado. Es el final de un ciclo. El final de una forma de estar en el mundo.
Pero todavía no es —todavía— el fin del país. La pesadilla solo es irreparable si nadie quiere despertarse.
Los tres grandes males catalanes son lengua, vivienda y natalidad: un triángulo letal. Compartir en X





