Ahora, después de siete años de mal gobierno de Pedro Sánchez, ya sufrimos las consecuencias de una pesada broma: considerar que los presupuestos generales del Estado tienen una importancia secundaria y que se puede gobernar un país a base de prórrogas y más prórrogas. El resultado es un estado con las costuras reventadas, que se va agrietando en pedazos. En Cataluña conocemos bien este escenario, porque lo sufrimos desde mucho antes.
Los indicios son múltiples y abarcan todos los ámbitos de la vida colectiva.
El dato que nadie quiere mirar: la esperanza de vida
Una de las cifras más graves es la esperanza de vida. Entre 2019 y 2023, España ha sido —junto con Holanda— el único país de la Unión Europea donde la población no ha ganado ni un solo día de vida. Todos los demás lo han hecho, en algunos casos de forma muy significativa. Nosotros, no.
Lo que se esconde es un siniestro balance: errores en la gestión de la Covid, en las olas de calor, en el funcionamiento rutinario de la sanidad y en la gestión de los recursos públicos. Es un dato que debería encender todas las alarmas. Hablaremos más en una nueva ocasión, porque es el síntoma más claro de que algo estructural no funciona.
Pobreza infantil y fracaso educativo
Otra cifra que debería estremecer es que España encabeza el ranking europeo de pobreza infantil. Las consecuencias se trasladan directamente al rendimiento escolar, y ese círculo vicioso nos condena al futuro. España tiene un fuerte decalaje en primaria en matemáticas y ciencias (que en la ESO, se recupera), que en lugar de reducirse tiende a crecer.
Las principales causas son dos: la falta de ayudas a las familias con hijos —un déficit crónico que facilita y expande la pobreza— y el alud migratorio a partir de 2017 y 2018, que ha situado a miles de menores en condiciones muy vulnerables. Ninguna política ha abordado esta situación. La educación tampoco ha sido reformada.
La ministra Pilar Alegría, cuyo apellido suena a sarcasmo vistos los resultados, ejerce a la vez de secretaria general del PSOE en Aragón y de portavoz del gobierno. El ministerio de Educación, en manos de una ministra a media jornada, es una muestra paradigmática de un gobierno más ocupado en tapar casos de corrupción y atacar a la oposición que a trabajar en serio.
Una deuda que nos chupa el futuro
El tercer gran desajuste es el endeudamiento. En siete años, Sánchez ha inflado la deuda pública en 528.000 millones de euros, hasta situarla en el 103,5% del PIB. Esto significa que, a pesar de haber crecido mucho el PIB (pero no la renta per cápita), no hemos logrado situar el endeudamiento en cifras menos sacrificadas.
Cada año se pagan intereses que suben sin freno: 41.726 millones de euros, según el AIReF. Una cifra que podría mejorar partidas deficitarias como familia o vivienda, pero que escapa en el pozo de la deuda. El drama es doble: este endeudamiento se ha producido en un período de abundancia, con ingresos fiscales disparados por la inflación y la llegada de los fondos europeos Next Generation. Sin embargo, el gobierno ha preferido gastar y endeudar más.
La factura no la pagaremos solos, sino sobre todo los jóvenes. En la Seguridad Social, el tipo de retorno medio de las pensiones es del 6,7%, el más alto del mundo, cuando no debería superar el 4% para estar equilibrado. La diferencia se soluciona con endeudamiento, cargado en la espalda de las nuevas generaciones.
El drama de los jóvenes
El cuadro se completa con la crisis de la vivienda y los bajos sueldos. Para la generación de 25 a 35 años, la costura rota es la de la esperanza: confianza, futuro, proyección vital. El país les ofrece un panorama de precariedad y resignación. Es un drama generacional con todas las letras.
Eléctricamente colapsados
La electricidad, hasta hace poco motivo de orgullo, es ahora fuente de inquietud. El gran apagón puso en evidencia el desequilibrio de haber apostado masivamente por las renovables sin invertir en sistemas de almacenamiento y modulación. Desde entonces, por miedo a nuevos sustos, hemos incrementado la dependencia del ciclo combinado, más caro y contaminante.
Pero el problema real es aún más grave: la red eléctrica está saturada y no admite nuevas conexiones por falta de inversión. Esto significa que no se pueden construir nuevas viviendas, ni abrir industrias, ni instalar centros de datos. Un estrangulamiento que corta las alas a la economía productiva y frena la inversión.
Ferrocarriles a la deriva
Los ferrocarriles tampoco escapan al deterioro. El tren convencional de largo recorrido nunca ha recibido la atención necesaria. Y la alta velocidad, la alegría de la corona, vive una crisis inesperada.
El caso más grave es el del Talgo Avril, el modelo de tren que debía renovar los trayectos de alta velocidad a bajo coste, como la línea Barcelona-Madrid. El Ministerio acusa a Talgo de entregar unidades defectuosas, con fisuras en las estructuras metálicas que unen las ruedas y el chasis del vagón y permiten que el tren circule estable a gran velocidad. La empresa, en cambio, replica que el problema es el estado de la vía, que no permite sostener los 300 km/h prometidos.
Si fuera cierto, estaríamos ante un problema de una magnitud colosal: la degradación de una infraestructura que costó decenas de miles de millones y que había sido símbolo de modernidad. Mientras, los ciudadanos no tienen la garantía de que el viaje entre Barcelona y Madrid pueda recuperar la puntualidad ni mantener los niveles de seguridad exigibles.
Un país sin gobierno
La imagen final es la de un país con las costuras reventadas: esperanza de vida estancada, pobreza infantil desbocada, jóvenes sin futuro, deuda inasumible, electricidad estrangulada, trenes que peligran.
En lugar de gobernar, los ministros acumulan cargos y se dedican a la política partidista. El presidente, atrapado en sus propias batallas, confunde la gestión con la propaganda.
España, un país que había conseguido grandes hitos en las últimas décadas, parece ahora condenada a vivir de la inercia, mientras las costuras van rompiéndose una tras otra. Y nadie, en el timón, parece dispuesto a coserlas de nuevo.
La red eléctrica saturada bloquea vivienda, industria y empleo. Un estrangulamiento silencioso. #Energía #España Compartir en X