El turismo español aporta el 13% del PIB y sostiene otro tanto del empleo. Pero sus trabajadores cobran los salarios más bajos del país. El economista de referencia, Andreu Mas-Colell, ha planteado que si esto fuera así, el 85% de la economía española acogería actividades de menor productividad. A este interrogante se le une la paradoja de que los salarios son muy inferiores a la media. ¿Cómo es posible si la productividad es equivalente a la misma?
Esta cuestión debe tratarse en términos técnicos y después políticos, porque encierra muchos nudos gordianos de nuestra economía y bienestar.
Peso del turismo en el PIB y el empleo
El sector turístico tiene un peso muy elevado en la economía española. Antes de la pandemia, en 2019, el turismo representaba en torno al 12-13% del PIB nacional y proporciones similares del empleo total. Tras el desplome de 2020-21, la actividad turística se recuperó rápidamente. En 2023, según la Cuenta Satélite de Turismo del INE, el turismo generó 184.000 millones de euros (12,3% del PIB). Para 2024, se estima que su contribución subió hasta alrededor de 13,4% del PIB, superando ligeramente el nivel prepandémico.
En términos de puestos de trabajo, el turismo empleaba a unos 3 millones de personas en 2024 (aprox. 13% de los ocupados en España), es decir, aproximadamente uno de cada ocho empleos en España está vinculado al turismo. En Cataluña, el panorama es parecido: el turismo aporta cerca del 12% del PIB catalán y casi el 13% de los puestos de trabajo de la comunidad. Estas cifras confirman la gran importancia económica del sector turístico tanto a nivel nacional como regional.
Productividad aparente del sector turístico
Dado que la participación del turismo en el PIB es prácticamente proporcional a su participación en el empleo (13% en ambos casos), la productividad media aparente por trabajador en el turismo resulta cercana al promedio de la economía. En otras palabras, cada trabajador turístico, en conjunto, estaría generando un valor añadido parecido al de la media de los trabajadores españoles.
Por ejemplo, en Cataluña un 12% del PIB con casi un 13% del empleo, implica que la productividad por empleado turístico ronda el 92% de la media (ligeramente inferior a la media, pero del mismo orden). Incluso hay estimaciones más acotadas que sugieren una productividad relativa del turismo por encima de la media: según la Cuenta Satélite, en 2022 el turismo supuso 11,6% del PIB, pero solo 9,3% del empleo directo lo que implicaría un valor añadido por trabajador turístico un 25% superior al promedio.
En cualquier caso, las estadísticas oficiales no muestran un sector turístico dramáticamente menos productivo que el resto de la economía, al menos cuando se mide la productividad de forma agregada (PIB por empleado).
Estas cifras sorprendentes chocan con la percepción común de que la hostelería y el turismo son sectores de baja productividad. De hecho, muchos analistas califican al turismo como actividad de “bajo valor añadido” frente a la industria u otros servicios avanzados Tradicionalmente se ha argumentado que el turismo es intensivo en mano de obra poco cualificada y de escasa productividad, lo que explicaría sus bajos salarios. Sin embargo, si el sector aporta aproximadamente lo mismo al PIB que al empleo, su productividad agregada no estaría tan rezagada.
Esto plantea una paradoja: si la productividad media del turismo no es especialmente baja según las estadísticas, ¿por qué los salarios de sus trabajadores son tan bajos?
El nivel salarial en el sector turístico
Es un hecho reconocido que la hostelería y el turismo presentan los salarios medios más bajos de la economía española. Datos recientes del INE lo confirman: en 2023 el salario bruto medio anual en España fue de unos 28.050 euros, pero la actividad con la remuneración más baja fue hostelería, con solo 16.986 euros anuales de media. Esto supone que un trabajador medio de hostelería gana alrededor de un 40% menos que el promedio nacional. En Cataluña ocurre igual: según el Observatorio de Trabajo, el salario medio en hostelería rondaba los 18.400 euros al año, muy por debajo del promedio catalán (30.500 €).
Es evidente que el turismo es un sector de bajos salarios, dominado por empleos poco remunerados (camareros, personal de limpieza, recepción, etc.). Además, el sector se caracteriza por la alta temporalidad y parcialidad: en Cataluña la tasa de temporalidad en turismo supera el 21%, varios puntos por encima de la economía general y el trabajo a tiempo parcial también es más frecuente que en otros sectores. Estos rasgos suelen asociarse a empleos más precarios y peor pagados.
Cabe señalar que los bajos sueldos no se deben simplemente a decisiones arbitrarias de los empresarios individuales, sino que reflejan condiciones estructurales. Como resume un informe, el turismo/hostelería es un sector “intensivo en trabajo y de baja productividad, por lo que sus salarios difícilmente pueden ser mucho mejores”. En otras palabras, se asume que los trabajadores cobran poco porque producen poco valor por hora trabajada.
No obstante, aquí es donde surge la discordancia con los datos agregados de PIB/empleo antes mencionados: ¿si “producen poco” cómo es que el aporte del sector por trabajador resulta cercano a la media?
A continuación, exploramos posibles explicaciones a esta aparente contradicción.
¿Por qué salarios tan bajos pese a una productividad aparente no tan baja?
Varios factores pueden reconciliar la “paradoja” de un sector turístico con productividad media normal, pero sueldos muy bajos:
- Medición de la productividad y estructura del empleo: La productividad calculada como PIB por trabajador puede sobreestimar la realidad del turismo debido a su empleo estacional y a tiempo parcial. Muchos trabajos turísticos no son de jornada completa anual (por ejemplo, contratos de temporada de verano, o empleos de fin de semana). Si se cuenta cada persona empleada como “un trabajador” sin ajustar por horas efectivas trabajadas, el denominador (empleo) puede inflarse respecto a las horas laborales realmente aportadas en un año. En términos de productividad por hora efectiva, el turismo sí es menor. Es decir, cada trabajador turístico promedio trabaja menos horas al año que en otros sectores, pero eso no se refleja totalmente en las estadísticas de empleo agregadas. Por ello, su valor añadido por hora probablemente esté por debajo de la media, coherente con la idea de baja productividad. Los bajos salarios también reflejan en parte esta menor jornada: muchos trabajadores simplemente no acumulan tantas horas o meses de trabajo al año (p. ej., los fijos discontinuos en hostelería terminan cobrando en torno a 15.000 € anuales precisamente por trabajar solo parte del año).
- Menor remuneración del trabajo (baja participación laboral en el valor añadido): Aunque la productividad agregada del sector no sea ínfima, el reparto del valor añadido dentro del turismo tiende a ser más desfavorable para los asalariados. Dicho de otro modo, una porción inusualmente alta del PIB turístico se la quedan las empresas (excedente bruto empresarial) en lugar de destinarla a salarios. Esto puede ocurrir por varios motivos: abundancia de mano de obra poco cualificada y con escaso poder de negociación (a menudo trabajadores jóvenes o inmigrantes en necesidad de empleo, dispuestos a aceptar salarios bajos), menor presencia sindical en pymes de hostelería, y un modelo de negocio donde los márgenes pueden ser altos en ciertas ramas (por ejemplo, hoteles o restauración en zonas turísticas con precios elevados) pero esos ingresos no se traducen en mejores sueldos. En resumen, los trabajadores generan valor económico (atienden a turistas que gastan dinero), pero una parte menor de ese valor termina en sus nóminas comparado con otros sectores. Es posible que el “excedente empresarial” sea anormalmente grande en detrimento de los salarios, distorsionando la relación entre productividad y remuneración laboral.
- Heterogeneidad dentro del sector turístico: El “sector turismo” abarca actividades muy diversas, desde bares y alojamientos hasta transporte aéreo, alquiler de coches, agencias de viajes, espectáculos, etc. Algunas de estas subactividades tienen mayor productividad y rentabilidad (y a veces también pagan mejores sueldos) que otras. Por ejemplo, una aerolínea o un operador turístico manejan mucho capital y tecnología, generando alto valor por empleado; igualmente, ciertos hoteles de lujo o gastronomía de alto nivel pueden tener productividad (y salarios) superiores. Estas ramas elevan la media de valor añadido por trabajador del conjunto turístico. No obstante, la mayoría de empleados turísticos se concentra en la hostelería tradicional (bares, restaurantes, hoteles medianos) que es donde los salarios son más bajos. Así, el promedio sectorial oculta dos realidades: una pequeña parte de empleo con productividad y sueldos decentes, y una gran masa de empleo poco cualificado con productividad y salarios bajos. El resultado agregado parece “normal”, pero el trabajador típico sigue cobrando poco porque lo más frecuente es estar en puestos de escaso valor añadido (camarero, limpiador, etc.).
- Modelo productivo español basado en servicios de bajo valor: Una perspectiva más macro apunta a que España en su conjunto tiene una productividad relativamente baja en comparación con otras economías avanzadas. En este contexto, incluso si el turismo es “media nacional”, sigue siendo bajo en términos absolutos. Dicho de otro modo, la economía española promedia poca productividad y el turismo encaja en ese promedio modesto. Esto se relaciona con un modelo productivo centrado en turismo masivo y sectores tradicionales, que genera empleo rápido, pero de menor valor añadido. Como ha señalado el economista Andreu Mas-Colell, alcanzar un 13-15% del PIB en turismo puede ser sintomático de que el resto de los sectores no están logrando productividades mucho más altas, perpetuando un círculo de salarios bajos en general. Además, la fuerte especialización en turismo puede presionar al alza algunos costes (vivienda, alquileres en zonas turísticas) por la demanda externa, mientras los salarios locales permanecen bajos, agravando la sensación de precariedad.
En conjunto, no parece que los datos de base estén “mal”, sino que requieren interpretarse con matices. La productividad media del turismo, medida grosso modo, no resulta tan baja porque estamos comparando con un promedio nacional modesto y porque medimos por persona empleada (no por hora ni por tipo de puesto). Pero esto no desmiente que muchos empleos turísticos individuales sean de baja productividad. Simplemente indica que el sector puede generar un volumen importante de PIB (gracias al alto flujo de turistas y gasto asociado) empleando a mucha gente en trabajos poco remunerados. Los salarios son bajos porque cada trabajador aporta relativamente poco valor por hora y, crucialmente, porque reciben una porción reducida del valor que sí ayudan a generar.
Conclusión
Resolver esta paradoja no es sencillo. Implicaría elevar el valor añadido por empleado (por ejemplo, moviendo el modelo hacia turismo de más calidad o con más formación y tecnología) y a la vez mejorar la participación de los trabajadores en ese valor añadido (vía salarios más altos, convenios, estabilidad laboral, etc.).
Mientras el turismo siga basándose en volumen de visitantes y mano de obra barata, probablemente seguiremos viendo salarios bajos a pesar de lo mucho que el turismo aporta al PIB. Es decir, el sector no es tan poco productivo en conjunto, pero sí distribuye de forma poco equitativa y eficiente sus frutos, manteniendo la contradicción entre su brillo en las cifras macroeconómicas y la realidad laboral menos lucida de sus trabajadores.
El turismo español aporta un 13% del PIB y del empleo… pero paga los sueldos más bajos. La gran #ParadojaTurística. #EconomíaEspaña #MasColell Compartir en X