En Francia, ¿una cacería a los que viven en “casas excesivas”?

La República francesa es un país animado por dos pasiones contradictorias, cuyo lema oficial recoge: libertad e igualdad.

Esta última es fuente permanente de polémicas, y una de las más habituales en los últimos años, a medida que la población francesa aumenta por la inmigración y se concentra cada vez más en los grandes núcleos urbanos, es la crisis de la vivienda.

No se trata de un problema tan agudo como en el caso español, porque el incremento demográfico es más contenido y porque los precios de la vivienda comparados con los salarios son inferiores, pero la obsesión del país vecino por la igualdad alimenta conflictos.

La última polémica la ha desatado un estudio del Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos (INSEE por sus siglas en francés), una institución pública en el cruce del INE y el CIS españoles.

Este trabajo ha desatado un titular explosivo: «una cuarta parte de los hogares franceses viven en viviendas excesivamente grandes para sus necesidades«.

El estudio, publicado el 8 de julio, estipula que una vivienda «excesiva» es aquella que dispone «de al menos tres habitaciones más de las necesarias». Esta regla traduce en desmesuradas las viviendas de cinco habitaciones (comedores y salas de estar se incluyen en la definición de habitación) para personas solas o parejas sin hijos, seis habitaciones en el caso de parejas con un solo hijo, etc.

La situación de “subocupación”, término empleado por el INSEE, afecta a 7,6 millones de residencias principales, que son en un 93% casas individuales.

Solo el 36% de los residentes en estas viviendas “excesivas” considera que el número de habitaciones es efectivamente superior a sus necesidades, y la inmensa mayoría se declara satisfecho de sus condiciones de vivienda. Solo un 9% quisiera mudarse.

El estudio va aún más allá y se fija también que, en la mayoría de casos, los habitantes de los hogares “excesivos” son personas mayores de 60 años y que residen en ellos desde hace más de dos décadas. Esto es, padres cuyos hijos ya se han ido del nido familiar.

Entre los hogares cuyos miembros todavía trabajan, los agricultores son la categoría profesional que en mayor proporción vive en una vivienda “subocupada” (un 44%).

La publicación ya ha provocado las críticas airadas de Marine Le Pen, quien ha denunciado una obsesión de las instituciones por controlar la vida de la gente, y ha señalado que Francia «se convierte en la URSS». En sentido opuesto, pero aún más violento, el senador comunista Ian Brossat ha pedido, en cambio, «ir hasta la expropiación» en las zonas donde más falta haga la vivienda.

No es la primera vez que en Francia se enciende una polémica en torno al tipo de vivienda.

Ya en el 2021, justo después del pico de la pandemia, la entonces ministra de vivienda Emmanuelle Wargon denunció que había demasiados franceses que vivían en casas individuales con jardín … Hasta que se hizo público que ella misma residía en una vivienda de estas características en una zona acomodada de la periferia de París.

Por otro lado, el país galo cuenta con un número extraordinariamente elevado de viviendas sociales, que generan numerosos problemas y distorsiones.

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