Para entender el debate en el Congreso sobre la corrupción: el colapso narrativo del sanchismo y sus salidas imposibles

La entrada en prisión de Santos Cerdán y el demoledor informe de la UCO no solo comprometen al PSOE judicialmente, sino que derrumban el relato político que sostenía a Pedro Sánchez.

¿Puede recomponerse la narrativa del poder? Tres caminos, un dilema.

Desde que Roland Barthes transformó el relato al aplicar el análisis semiótico a la vida cotidiana y a los discursos de masas, abriendo nuevas vías para la crítica social y cultural, la política se ha transformado convirtiéndose en una lucha por el relato.

En España, Sánchez y su equipo de la Moncloa ha llevado a sus últimas consecuencias esta concepción, reduciendo la política al relato: lo que importa  no es lo que se haga, sino lo que se diga, cuando y como se diga. Ese es Sánchez.

En política, los hechos importan. Pero lo que da sentido a los hechos es el relato que los envuelve. Pedro Sánchez, maestro en el arte del relato, supo durante años convertir cada escándalo en una batalla moral, cada crítica en una persecución, cada contratiempo en una oportunidad para elevarse como mártir de la democracia. Pero todo relato tiene su clímax. Y el suyo ha implosionado.

La entrada en prisión de Santos Cerdán, secretario de organización del PSOE, mano derecha de Sánchez y heredero de la red tejida con Ábalos y Koldo, no es un episodio más. Tampoco lo es el informe de la UCO, que apunta a tramas de corrupción estructural dentro del partido y del gobierno con la imputación de dos altos cargos nombrados por el Consejo de Ministros, uno de ellos además acusado de formar parte de una organización criminal, como los tres principales protagonistas, con lo que implica que la trama de corrupción no se limita al partido, sino que afecta al gobierno.

No hay ya “casos aislados”, ni “fango mediático”, ni “lawfare judicial” que lo disimule. El mito se ha roto. Y con él, el sentido mismo del poder. El último caso de  Isabel Pardo de Vera, expresidenta de la empresa pública ADIF, extiende la trama al gobierno, más allá de Ábalos.

El relato que fue

Hasta hace poco, el sanchismo se articulaba como narrativa épica de resistencia. Sánchez, acosado por la derecha, la caverna judicial, los medios hostiles y la “España reaccionaria”, se presentaba como el único garante de la democracia moderna y de los derechos sociales. La corrupción no existía: era una invención de los enemigos del progreso.

Pero ahora, el silencio del líder, la evidencia procesal y el hedor persistente de la impunidad han vaciado de contenido esa ficción. El sujeto del relato ya no puede hablar sin contaminarse. El discurso se vuelve tautológico. Y la ciudadanía, incluso la progresista, ha dejado de creer.

Tres relatos para el naufragio

Frente a este colapso, el Gobierno puede intentar tres caminos narrativos alternativos. Ninguno sencillo. Ninguno triunfal.

1. El relato tecnocrático

El más inmediato es el relato frío, gestionario, tecnocrático: minimizar la corrupción como errores de gestión y enfocarse en “los datos”, la economía, Europa, las reformas. Una forma de decir: “sí, hay problemas, pero seguimos gobernando”.

Es eficaz para contener daños, pero no para movilizar afectos. Es un relato sin alma, sin épica, sin héroe. Funciona solo si nadie propone nada mejor. Y ahora, hasta dentro del PSOE, muchos lo dudan. Y además, la gestión sometida a un análisis objetivo contiene algunos éxitos, pero presenta demasiados puntos negros para que por si sola sea una baza.

2. El relato conspirativo invertido

Otra salida es doblar la apuesta victimista: transformar el cerco judicial en una “persecución al progreso” orquestada por un Estado profundo. Sería el regreso al “todos contra nosotros”, ahora con jueces y Guardia Civil como enemigos internos.

Este relato puede fidelizar a la base ideológica dura, pero rompe definitivamente los puentes con la institucionalidad y con el electorado moderado. Es una vía de polarización total, de aislamiento, de resistencia bunkerizada, que tiene una hipotética salida si el PSOE de Sánchez alcanza la categoría que tuvo el PRI en México de partido del estado con un control absoluto de todos los poderes.

3. El relato regenerador

La única salida narrativamente sólida —pero políticamente letal para Sánchez— sería renunciar al protagonismo y ceder el testigo. Construir un relato de renovación, de regeneración, de autocrítica valiente. Sacrificar al líder para salvar el proyecto.

El PSOE podría entonces decir: “cometimos errores, hemos aprendido, ahora damos paso a una nueva etapa limpia”. Es lo que hizo el PSOE de Zapatero cuando preparó el relevo de Rubalcaba. Pero el ego de Sánchez —y su control absoluto del aparato— hacen improbable esa renuncia.

El tiempo del descrédito

En términos narrativos, Sánchez ha perdido el control del sentido. Su historia ya no se escribe desde la Moncloa, sino desde los tribunales, las prisiones y los informes policiales. Ha pasado de narrador a personaje pasivo. De héroe a sospechoso. De símbolo de resistencia a sombra de sí mismo. Y esto no lo arregla una Agencia Contra la Corrupción.

Porque cuando el relato se rompe, no hay decreto que lo recomponga.

Sánchez tiene tres salidas: tecnocracia sin alma, victimismo conspiranoico o regeneración sin él. Solo una es creíble. Y es la que no quiere. #GobiernoPSOE #Relato #CrisisPolítica Compartir en X

Salvador Illa ha declarat que cal deixar endarrere la decepció de Santos Cerdán i mirar endavant. Comparteixes aquest criteri de no depurar responsabilitats ni convocar eleccions?

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