La tentación totalitaria siempre quiere reescribir la Historia, y Sánchez se aplica. Los motivos son siempre los mismos: utilizarla para afianzar el poder que se detenta. Franco también la reescribió, pero, claro, eso fueron palabras mayores porque tuvo 37 años para ello.
Ahora el presidente del Gobierno, que cubre uno de los períodos más oscuros de su mandato, quiere conmemorar 1975 como el año en que España recuperó la libertad y, por tanto, la recuperación de la democracia y de los derechos fundamentales. A tal fin se dedicarán un centenar de actos que comienzan hoy, es decir, uno casi cada tres días. Eso sí, el gobierno admite que no sabe cuánto van a costar, que ya nos lo dirá más adelante, lo que dice muy poco de la buena gestión de nuestro dinero, ya que, como una familia derrochadora más, tira del gasto sin ceñirlo a un presupuesto.
El problema, y no menor, es que nos introducen y quieren crear un «universo Matrix»; en otras palabras, nos engañan, porque es obvio que en 1975 no se introdujo la libertad, sino que en noviembre murió Franco y dos días después Juan Carlos I fue proclamado rey de acuerdo con lo establecido por Franco, y juró su compromiso con los principios fundamentales del Movimiento en las Cortes y en el Consejo del Reino; una ceremonia de pura continuidad franquista, que muy pronto el propio rey en compañía de otros se encargó de transformar en lo que se conoce como Transición Democrática, que alcanza su cenit con la proclamación de la Constitución en 1978.
La cronología es ésta:
- 20 de noviembre de 1975: Muerte de Francisco Franco.
- 22 de noviembre de 1975: Proclamación de Juan Carlos I como Rey de España en las Cortes franquistas de acuerdo con las previsiones sucesorias. En su discurso ante Les Corts fue ambiguo y cauteloso, evitando cualquier referencia directa a una monarquía parlamentaria. Más bien, habló de continuidad, orden y unidad de España.
- 15 de diciembre de 1976: Referéndum sobre la Ley para la Reforma Política. Aprobada con un 94 por ciento de votos a favor, permitió desmontar el régimen franquista desde su propia legalidad.
- 1 de julio de 1976: Adolfo Suárez es nombrado presidente del Gobierno, sustituyendo a Carlos Arias Navarro.
- 9 de abril de 1977: Legalización del Partido Comunista de España (PCE). Fue una de las decisiones más arriesgadas de Suárez pero crucial para la reconciliación nacional.
- 15 de junio de 1977: Primeras elecciones democráticas desde la Segunda República.
- 6 de diciembre de 1978: Se ratificó en referendo la Constitución española, que, con el apoyo favorable del 87,78% de los votos (estos eran el 58,97% del censo electoral), entró en vigor el 29 de diciembre.
Con la celebración de 1975 se comete un notable desbarajuste. Por ejemplo, recuerda a la monarquía borbónica su recuperación del trono mediante la ruptura dinástica; estaba en el Padre de Juan Carlos, Don Juan, a quien le correspondía, y su origen franquista. Omites la presencia del gran autor de la transición: Juan Carlos, o celebras la libertad dos años antes de la legalización del partido comunista –que, como invitado de piedra, forma parte del gobierno que lo conmemora–, algo también insólito por su rareza.
Que en 1975 no había libertad, en todo caso permiso, pueden corroborarlo testigos de vida de personas que militábamos en la lucha por ella desde la oposición democrática, en mi caso en la Federación Nacional de Estudiantes de Cataluña (FNEC ) y las juventudes de Unió Democràtica de Catalunya desde los 18 años. Hice todo el recorrido que se espera de un opositor joven: sindicato de oposición clandestino y nada tolerado, en la Universidad “Caputxinada”, visitas a la Comisaría de Via Laietana, detenciones, interrogatorios, prisión, consejo de guerra sumarísimo primero, Tribunal de Orden Público después, mili normal sin milicias, duplicación del tiempo de este servicio (lo que no hice porque simplemente me fui por la puerta del cuartel), antecedentes, sin pasaporte durante muchos años; en fin, lo que era habitual. Y puedo asegurar que en 1975, incluso después de la muerte de Franco, la clandestinidad era más que relativa, pero la libertad, y no digamos la democracia, brillaba por su ausencia.
Post scriptum: Que tenemos la novedad histórica de un presidente de la Generalitat sufragáneo del presidente del gobierno de Madrid lo constata una vez más el hecho de que en Cataluña conmemoramos la muerte de Franco con actos propios, uniéndonos así a los fastos de Sánchez. Y por si esta demostración de dependencia no fuera suficiente, resulta que el consejero responsable es el de Justicia, Ramon Espadaler, miembro de la desaparecida Unió Democràtica, que tuvo un papel importante durante la transición y antes durante la oposición al franquismo, que sabe por memoria histórica, aprendida por su paso por UDC, que la conmemoración de 1975 como fecha de libertad es un simple engaño de los laboratorios de la Moncloa. Lo que hace falta para vivir (bien).