Como la gran esperanza europea de las baterías ha sufrido un cortocircuito

Northvolt es la start-up europea mejor financiada, pero su proyecto pende de un hilo.

Esta empresa de Suecia que ambicionaba posicionarse como la salvación europea frente a la dependencia china a la hora de la electrificación impuesta por la Unión Europea, lucha ahora por su propia supervivencia.

Fundada en el 2017 por dos exdirectivos de Tesla, Northvolt tenía un plan de negocio que captó de inmediato una lluvia de millones: concebir y fabricar baterías eléctricas 100% europeas de alta tecnología, competitiva y ecológicamente gracias a los recursos hídricos del país escandinavo.

En un contexto de abundancia de capital riesgo y ayudada por el plan de electrificación de la UE y la moda de las “inversiones verdes”, Northvolt atrajo a inversores de primerísimo nivel, como Siemens, Volkswagen, Goldman Sachs y BlackRock.

Antes de haber ni siquiera logrado una producción estable en la primera (y única) planta que construyó en Skellefteå, en el norte de Suecia, la empresa ya tenía planes para abrir nuevos centros de producción en Alemania y Canadá (llamados “gigafactorías”) a la moda de Tesla), una gran planta de tratamiento de material y reciclaje en Suecia, una filial de almacenamiento de electricidad en Polonia y una entidad de investigación para baterías de aviación en Estados Unidos.

Sin embargo, en 2024 y con más de 7.000 empleados en nómina, Northvolt ha «querido hacer demasiadas cosas, demasiado deprisa», según un exdirectivo de la empresa apunta.

Uno de los primeros obstáculos a los que Northvolt se enfrentó fue la falta de mano de obra calificada en Europa. Un hecho que habla por sí solo del atraso que sufre el Viejo Continente en el ámbito de las baterías eléctricas, consideradas durante décadas una “commodity” que, como el petróleo, podía subcontratarse en el extranjero.

Esta falta de competencias se suplió en un primer momento contratando (con sueldos que se intuyen astronómicos) talento de países asiáticos como Japón y Corea del Sur.

Northvolt quería a todo precio desmarcarse de China, algo indispensable para su discurso de independencia del gigante asiático.

Una segunda dificultad llegó al momento de construir líneas de producción. Y es que, ante la falta de suministradores, Northvolt acabó por firmar un acuerdo con Wuxi Lead Intelligent Equipment, el líder mundial en maquinaria para producir baterías… Y que resulta ser una empresa china.

Pero es que la dependencia asiática no termina ahí. Wuxi envió a cientos de trabajadores a Skellefteå porque su cliente sueco carecía de las competencias necesarias para poner en marcha la producción.

Una nueva fase que, por cierto, también se mostró problemática desde el principio: espoleada por los inversores para respetar las fechas del plan de negocios, la junta directiva de Northvolt infligió una fuerte presión a sus equipos para que trabajaran más rápido. Hasta el punto de violar los estándares más elementales de seguridad en un sector en el que, entre otros, se manipulan sustancias químicas peligrosas.

De hecho, Northvolt carga en sus hombros varias acusaciones de sindicatos y trabajadores, incluyendo una por homicidio después de que un trabajador muriera por las heridas provocadas por una explosión en la línea de producción.

Un grave problema de fondo en Northvolt, según apuntan exempleados, es la falta de experiencia del conjunto de su plantilla, desde los directivos hasta los obreros, pasando por los ingenieros de investigación y desarrollo y los técnicos de producción. Algo que ha contribuido a la sensación de caos general que está asustando a los inversores de la multimillonaria start-up.

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