A veces es necesario que sea alguien de fuera quien se atreva a expresar sin complejos y con toda rotundidad las perspectivas de futuro de nuestro país. Es el caso del artículo de Jesús Fernández-Villaverde, El futuro electoral de la derecha en España (II) , que define las consecuencias del cambio demográfico en Cataluña. Éste es el texto:
“Lo primero y más fundamental es la inmigración. El cambio demográfico en Europa Occidental inducido por la inmigración es uno de los más rápidos en la historia de la humanidad. A algunos votantes este cambio demográfico les parece fenomenal, a otros horroroso e incluso habrá quien les deje indiferente. Pero les pondré un ejemplo sencillo que ilustra la profundidad de los cambios que comporta la inmigración y por qué muchos votantes reaccionan frente a ellos.
En 2023, los hijos de madres extranjeras representaron el 34,6% del total de nacimientos en Cataluña, un porcentaje que además crece aceleradamente cada año. A ese ritmo, en el 2080, Catalunya podría tener una mayoría de población con al menos un progenitor no nacido en España. Dado que la gran mayoría de los nacidos de madre extranjera no utilizará el catalán como lengua fuera del sistema educativo (no, no pasará por mucho que la Generalitat intente remediarlo con miles de iniciativas) y que entre los nacidos de madre española al menos el 50% prefiere el uso del castellano en su vida diaria, el catalán tenderá a extinguirse. No del todo, sobrevivirá como sobrevive el gaélico irlandés: en el sistema educativo y en unos pequeños pueblos muy aislados. Pero, al igual que uno camina por Dublín y no siente ni una sola vez gaélico irlandés, en el 2080 nadie oirá catalán en Barcelona.
La única manera que tiene el catalán de sobrevivir es o la independencia de Catalunya (que permitiría, tal vez, reprimir tanto el uso del castellano como para que los «nuevos catalanes» adopten el catalán como lengua en su vida diaria) o reduciendo la inmigración en un 90% (o ambas medidas). Sin embargo, con una Catalunya en España y con el nivel de inmigración actual, el catalán está sentenciado a muerte.
Esto lo explico haciendo énfasis en que 1) yo no soy catalán, 2) no hablo ni una palabra de catalán y 3) a nivel personal, el futuro del catalán no me afecta ni positiva ni negativamente. Pero tengo la empatía suficiente para entender que para un hablante materno de catalán ese escenario en el que su lengua desaparecerá en la práctica en 60 años sea una cuestión existencial, y también la abstracción para observar que la única respuesta que le están dando ahora mismo las élites políticas, económicas e intelectuales es llamarle xenófobo. ¿De verdad nos extraña que este votante haya optado por Aliança Catalana?”
Al margen de lo que pueda pensarse políticamente, los datos que utiliza son difícilmente rebatibles, porque son una realidad, como en Converses hemos señalado en más de una ocasión. El resultado es fruto de una inmigración desbordante, la falta de natalidad autóctona hasta niveles extremos, el mayor número de nacimientos en términos relativos de padres nacidos en el extranjero, y una estructura económica muy fundamentada en el turismo, el comercio y hostelería, que reclama mano de obra no especializada. El resultado lo podemos percibir en Barcelona, no es necesario ser un estadista de la lengua para constatar que es muy difícil ser atendido en algún servicio en catalán o simplemente escucharlo en la calle o en el transporte público.
En contra de lo que dice el artículo, y aquí juega la interpretación política, no existe una reacción política de altura contra esa evidencia. Aliança Catalana es hoy por hoy una anomalía con un resultado electoral muy modesto que sólo ha logrado imponerse en dos pequeños municipios.
Por su parte, los partidos independentistas grandes y asentados, empezando por ERC, no están por el tema. Lo manifiesta claramente cómo esta cuestión, la de la lengua y la inmigración, no forma parte de la agenda de negociación entre republicanos y socialistas para investir a Illa. Por otro lado, Junts, muy pendientes siempre de lo políticamente correcto, no se han atrevido a presentar el tema ni siquiera con la frialdad de las cifras, sin mayores consideraciones. Incluso el pacto con Sánchez sobre inmigración, desconocido en cuanto a su contenido, no es objeto de atención ni insistencia por parte de Junts.
Las dos grandes oleadas migratorias del siglo XXI han transformado absolutamente la perspectiva catalana y si el objetivo histórico de la política catalanista en último término era el de garantizar la preservación de la lengua y la cultura, cabe decir que sus actuales representantes, por muy independentistas que se declaren, parecen dar la batalla por perdida, o al menos parece claro que no quieren abordarla.