Según la información del Real Instituto Elcano, “Ucrania utiliza más munición de la que es capaz de producir la OTAN”. “Un año de guerra en Ucrania ha dejado los arsenales europeos secos”.
La razón radica en la insuficiencia de la máquina industrial-militar europea, y en buena parte también de los Estados Unidos.
Tras la caída de la Unión Soviética, las nuevas amenazas ya no serían estados fuertes, sino, por ejemplo, grupos yihadistas. Debido a esto, los Países Bajos tras la crisis financiera de 2008 vendió toda su flota de carros de combate, Dinamarca disolvió su flota submarina, mientras que las Fuerzas Armadas alemanas pasaron de tener 500.000 soldados y miles de carros de combate a tener menos de 200.000 efectivos y menos de 300 carros.
Actualmente, EEUU puede producir aproximadamente 20.000 proyectiles de artillería al mes. En 1995 tenía la capacidad de producir 867.000. Washington, por decisión estratégica, viró hacia un ejército más guiado por la tecnología, la precisión y la calidad,
Aunque la principal alarma ha sido el envío de munición de artillería del calibre 155mm de la OTAN, la artillería se ha convertido en un arma esencial en la guerra en Ucrania, El problema es que el ejército ucraniano, a fecha de enero de 2023, utilizaba alrededor de 90.000 proyectiles de artillería al mes, es decir, prácticamente el doble de la capacidad de producción de EEUU y la Unión Europea (UE) juntos. El ejército ucraniano precisa 250.000 proyectiles de artillería al mes.
Estas amenazas explican la insólita decisión de la Administración estadounidense de recurrir a enviar las polémicas bombas de racimo.
Pero el problema no se reduce sólo a la munición de artillería. En tres meses de guerra, Rusia utilizó cuatro veces la producción anual estadounidense de misiles.
Ucrania ha derivado en una guerra industrial, en la que el bando que consiga disponer de más recursos y capacidades a la hora de producir material militar tendrá una enorme ventaja en el campo de batalla.
Dinamarca ha enviado a Ucrania todos sus sistemas de artillería Caesar, mientras que Estonia se ha quedado sin munición de artillería de calibre 155mm. Polonia y Eslovaquia enviaron la mayoría de sus cazas MiG-29 de la era soviética, además Varsovia ha enviado prácticamente su flota entera de carros de combate T-72 –un poco más de 300–, incluyendo los modernizados PT-9. Letonia ha enviado todos sus helicópteros de combate a Ucrania. Como muestra del gasto militar que supone un conflicto ucraniano, el ejército británico –supuestamente uno de los mejores ejércitos de Europa– se quedaría sin munición en unos días de guerra.
Aunque los países europeos están haciendo un esfuerzo importante para que ningún país pueda ser capaz de mantener una guerra convencional a largo plazo. Incluso si se unieran los 27 estados miembros de la UE.
La primera problemática es la escasa integración de las políticas europeas de defensa e industrial. Este es un gran problema porque no se aprovecha la fuerza común para crear economías de escala.
La falta de unificación equivale a una falta de criterios comunes, producen material militar que no es compatible entre sí.
Todo ello hace que surjan cada vez más preguntas en Washington sobre la necesidad estratégica de seguir el apoyo a Ucrania a largo plazo, sobre todo, teniendo en cuenta que para EEUU es China el principal rival geopolítico. Ucrania y Taiwán están empezando a competir por las mismas armas y ayuda militar estadounidense, especialmente los sistemas anticarros Javelin y los sistemas antiaéreos portátiles Stinger.
Por ello, el objetivo de EEUU es incitar a una militarización de Europa para que Washington no tenga que llevar la carga principal de apoyar a Ucrania y así poder centrarse en el escenario de Asia Pacífico. Esto recuerda los años 50, los europeos se han vuelto más dependientes del liderazgo estadounidense.