Hay que ver las desigualdades desde la perspectiva de los ingresos y antes de redistribución por medio de las transferencias públicas (pensiones, seguro de paro, etc.). Pero también hay que ver la desigualdad desde otra perspectiva. La que se produce antes de la redistribución y obedece directamente a la diferencia entre los ingresos que perciben las personas. Un análisis sobre “Los ingresos del capital y la desigualdad de la renta en España 1980-2020” publicado el pasado año por el Observatorio Social de la Fundación la Caixa, y que tiene como autores a Miguel Artola, Clara Martínez-Toledano y Alice Solano, nos permite observar qué ha pasado en este último período que nos ayuda a entender el mecanismo de la desigualdad a través de los ingresos.
Los aspectos clave vienen determinados por los de las rentas del capital, que han aumentado 6 pp desde 2006. Sobre todo en lo que se refiere al aumento de las rentas del alquiler y de los beneficios empresariales. Según ese mismo informe, una parte creciente de las rentas del capital no se declara a efectos del IRPF.
Como el incremento de las rentas del capital favorece sobre todo a los hogares con mayores ingresos, la consecuencia es un aumento de la desigualdad. De modo que la participación en la renta nacional del 1% más rico de la población se sitúa en máximos históricos y concentra el 18% de toda la renta, mientras que en la primera década del siglo esta concentración era del 15%.
Está claro que en este mundo todo es relativo y entonces es lógico preguntarse qué ocurre en las demás economías desarrolladas. Pues cabe decir que en promedio este 1% de la población tiene unos ingresos 2 pp más de la renta nacional que los demás países. De hecho, atendiéndonos a nuestra desigualdad podemos decir que estamos muy cerca de EE.UU. y a años luz de Francia, el país vecino. Lo interesante del caso es que en la república francesa el malestar social se palpa y explota, mientras que en España impera una notabilísima tranquilidad. Indagar a fondo esta radical diferencia tiene importancia porque significa que la estadística no es todo para determinar la salud de una sociedad.
La desigualdad por grupos de edad ha crecido porque la renta del trabajo se ha reducido entre la gente más joven, sobre todo porque al carecer de ahorros, además de bajos salarios, les impide acceder a las rentas del capital. La contrapartida de los jóvenes es la de mayores de 65 años, porque además de que perciben unas rentas más altas disponen de unas rentas de capital que los sectores más jóvenes de población no tienen. Y éste es un aspecto positivo de la situación española, con excepciones, que pueden ser las viudas y las pensiones mínimas, la gente mayor tiene unas condiciones económicas en España muy dignas, pero claro, la contrapartida es la penosa situación de los otros grupos sociales y en concreto de los más jóvenes.
La desigualdad en sí misma no nos dice nada negativo, porque siempre existe y es el resultado de las diversas opciones y azares de la vida, pero claro, tienen una importancia singular en lo que afecta a dos criterios. Uno el de las condiciones de salida, lo que se llama la igualdad de oportunidades, que sigue siendo una gran utopía. Y segunda, cuando la desigualdad es realmente muy grande y consagra minorías de privilegio.
Sería un gran paso adelante y es políticamente neutral que el gobierno encargara al INE la elaboración de unas cuentas nacionales distributivas que estimaran el reparto de la renta entre la población residente. De esta forma, las políticas públicas podrían ser más eficaces. Ésta es una de las conclusiones del estudio.
Desmontando la desigualdad: Un profundo análisis de los ingresos del capital revela el aumento de la disparidad en España Share on X