Literalmente, el Congreso quedará hoy y mañana rodeado para acoger el debate y la votación de investidura de Sánchez. Será un gran perímetro que afecta a las calles cercanas al edificio de la institución. Una impresionante valla metálica y 1.600 policías harán de gran muralla defensiva para que todo pueda desarrollarse sin los inconvenientes que pueden reverberar de las reacciones callejeras. Previsiblemente, la plaza Neptuno, el Paseo de la Castellana constituirán el centro de la manifestación.
Esta realidad es el mejor símbolo de lo calientes que están las cosas y cómo el gobierno necesita apoyarse en la fuerza policial. No hay para menos, no es cada día que se ofrecen espectáculos como los de jueces de audiencias territoriales con togas y puñetas concentrándose frente a sus sedes. Ha pasado en varias ciudades andaluzas y en Salamanca, como mínimo. No tiene precedente este tipo de revuelta de los jueces, como no la tiene el escrito por unanimidad de la sala de gobierno del Supremo contra la amnistía.
En la otra cara de la moneda medios de comunicación catalanes, como el Avui, no paran de calificar toda discrepancia española de fascista y de ver en la reacción de la calle un golpe de estado. Lo visto como un legítimo derecho que era ejercido por el independentismo en Catalunya es visto como fascista si se ejerce fuera de ella y contra sus intereses. Es exactamente el mismo relato que practican el ABC o El Mundo, sólo que las banderas son distintas.
Si fueran verdad las tesis que tan impúdicamente reiteran nuestros periódicos y los fascistas abundaran tanto, podríamos arrancar a correr. Todo ello es un mal servicio a Cataluña y además cometido en nombre de la propia Cataluña por aquellos que no tienen mejores ideas ni saben escribirlas mejor que acudiendo a la réplica mimética de los medios que enarbolan la bandera del nacionalismo español. Digámoslo con sinceridad: estos medios son tan débiles periodísticamente que sin las ayudas al catalán, es decir, si fueran escritos en castellano, haría tiempo que habrían cerrado.
La trifulca política que Sánchez ha logrado generar crea imágenes muy interesantes. Por ejemplo, que el diario más sanchista de todos sea La Vanguardia, superando claramente a El País, donde día sí día también es posible encontrar un producto inexistente en el diario de los Godó: artículos más o menos críticos con Sánchez. Puede parecer asombroso, pero es tan real como la vida misma.
Tampoco debe sorprender ahora a todos aquellos que se exclaman porque según ellos la amnistía se pasa por el forro el artículo 14 de la Constitución, que proclama la igualdad de todos los españoles y, por tanto, determina la no discriminación, cuando el año pasado sin ir más lejos se tragaron sin decir ni mu, con el PP al frente, una proposición no de ley del PSOE y el PNV que también se pasaba por el forro el citado artículo, al encargar al Defensor del Pueblo una indagatoria sobre la pederastia, pero ceñida excesivamente a la Iglesia, aunque no había razón alguna, ni por la magnitud de los delitos que se presuponía ni por el tiempo en que se han producido, que justificaran señalar con el dedo una entidad que en lo peor de los casos significa el 0,6% de los delitos y, por tanto, más del 99% restante permanecen sin ser indagados.
En el debate que comienza hoy, Sánchez necesitará convencer de que el independentismo no volverá a hacerlo; y que, en consecuencia, ha terminado. Porque si esta razón no queda suficientemente asentada, la amnistía incluso para una parte de sus defensores perderá todo sentido.
Lo que ocurre es que Puigdemont necesita todo lo contrario porque, de no ser así, sus posibilidades electorales quedan reducidas a la mínima expresión. ¿Lo volverán a hacer? ERC seguro que no. Hace tiempo que ha descubierto la confortabilidad del poder y en un mundo posmoderno se pueden tener ideales siempre que no sean necesarios grandes sacrificios para defenderlos.
Hay que ver en el transcurso del debate si la asunción de la exposición de motivos de la ley de amnistía, que es un canto a la integración constitucional, es sólo una necesidad táctica de JxCat para superar la prueba del Tribunal Constitucional o constituye una nueva fase estratégica en la que el independentismo de “va en serio” se muere y CDC resucita.
Está claro que todo ello tiene una garantía no escrita. Que nadie dude que el Tribunal Constitucional, presidido por Conde Pumpido, acordará por mayoría que es una ley perfecta. Han sido elegidos por esta razón, no para servir a la Constitución. Sus «habilidades» ya han quedado demostradas con las sentencias sobre la ley de aborto, de eutanasia y suicidio asistido, incluso han sobresalido en la que afecta a los impuestos a las grandes fortunas, donde ha considerado que se había tramitado con todas las garantías por los derechos de los parlamentarios cuando su aprobación fue un asunto escandaloso, que no vulnera las competencias de las comunidades autónomas, cuando corresponde a ellas esta atribución (por cierto, que ERC no dijo ni pío a esa invasión competencial) y otros temas “menores” como poder tener un carácter incautado en algunos supuestos, hecho prohibido por el artículo 31.1 de la Constitución o su naturaleza retroactiva, que también está prohibida en la normativa española. Por tanto, que todo el mundo esté tranquilo, Pumpido en compañía de otros hará lo necesario para que la amnistía sea constitucional.