Presentado como una gran fiesta de duros a 4 pesetas: amnistía, 15.000 millones de deuda menos, traspaso de Cercanías…, todo parecía fantástico, pero pasada la “fiebre del sábado noche”, cuando se lee el texto del acuerdo el alma comienza a caer a los pies. Porque todo apunta a una repetición de lo de siempre; es decir, mucha promesa y poca realidad a consecuencia de las inconcreciones del texto y la habilidad del gobierno español para incumplir lo que acuerda.
Examinémoslo con más detalle:
- Amnistía sí, seguro que si hay gobierno habrá, pero el acuerdo habla poco y no se define el alcance y las condiciones. Todo queda en el aire de lo que hayan realmente pactado ERC y PSOE, que no parece tan claro cuando JxCat aún mantiene el balón en su tejado. Es cierto que se trata de una pugna de protagonismos, pero también lo es que todas las partes reconocen que están revisando el texto técnicamente, lo que significa que hay motivos concretos de mejora.
- Reducción de la deuda con el FLA. Es decir, el fondo de liquidez autonómica que Montoro con el gobierno Rajoy creó para facilitar la financiación de las comunidades atrapadas por la crisis y que no encontraban respuesta en los mercados o ésta era a unos intereses desmesurados. La quita de 15.000 millones está bien, pero no puede hacer olvidar que todavía quedan 56.300 millones por pagar. Una cifra muy elevada.
- Sin embargo, este acuerdo palidece hasta quedar blanco como una cera porque acto seguido el Parlament de Catalunya ha aprobado una moción con los votos de ERC que señala que debe condonarse toda la deuda del FLA. Y además debe reducirse el déficit fiscal aplicando el principio de ordinalidad, liquidar los importes que no se han ejecutado en infraestructuras y compensar las partidas que no se han llevado a cabo de la disposición adicional 3ª del Estatut, que establece que la inversión en infraestructuras debe equipararse al porcentaje del PIB que Cataluña aporta al Estado, y que es del 19%.
- Es evidente que lo que pide el Parlament y que lo que ha pactado ERC pertenece a universos muy diferentes y que no se diga, como hacen algunos economistas, que liquidar la deuda del FLA tendría un efecto devastador para la economía española y afectaría a la prima de riesgo, porque en realidad el FLA estaba inicialmente diseñado para que en la práctica no se acabara de pagar nunca.
- Lo recordaba Manel Pérez en La Vanguardia el domingo 5 de noviembre y señalaba concretamente que «la quita del PSOE y ERC se queda corta respecto a algunas propuestas del gobierno Rajoy». En otras palabras, el propio Montoro, autor del FLA, ya apuntó varias soluciones, como la quita de un 10% del total de la deuda cada año, de forma que en una década quedara extinguida. La otra solución menos radical era convertirla en deuda perpetua con un interés simbólico, de modo que su coste fuera muy modesto. De hecho, con Luís de Guindos ante el ministerio, estas posibilidades no se aplicaron y se optó una vía menos generosa: alargar los plazos, reducir los intereses y realizar una aportación parcial a las autonomías. Por tanto, como se puede constatar, la solución de los 15.000 millones ahora acordada es poca ante el enfoque que pide el Parlament e, incluso, de lo que pensaba Montoro y el gobierno del PP en su época.
- El famoso traspaso de Cercanías no tiene calendario comprometido ni previsiones económicas. Y esto es un brindis al sol cuando el gobierno español ha ido incumpliendo sistemáticamente acuerdos con dos concreciones. Todo se fía al desarrollo de la legislatura y eso significa que políticamente ERC ha dado un cheque en blanco para los próximos, si llegan, 4 años de gobierno de Sánchez y la aprobación de sus respectivos presupuestos. En realidad ERC ha sacrificado la prenda fuerte que tenía en el tablero, la de la investidura, y ha dado ventaja para las sucesivas jugadas a Sánchez, que podrá regular el grifo de cómo se concretan unos traspasos que ya de entrada se declaran muy complejos.
- No es exactamente un traspaso a la Generalitat, sino el nuevo ente mixto ferroviario formado por la Generalitat y el Estado.
- Ni siquiera ha quedado definido quien asumirá el compromiso de los 1.650 millones a invertir del plan de Cercanías para el período 2025-2030. Ahora esta obligación era del Estado, pero cuando se negocie el traspaso puede ser utilizada como una contrapartida de mayores cesiones. Por ejemplo, puede presentarse lo que ahora es una obligación como una aportación a descontar de otras cuestiones que el Estado hace a la Generalitat. Cabe recordar que el problema de Cercanías es muy concreto: son 30 años de inversiones prácticamente nulas.
- El acuerdo se ha hecho sin tener en cuenta a los trabajadores de Renfe, pese a que ya se sabe, al menos desde la época de Zapatero, que están opuestos al traspaso y que ya lo frenaron con éxito una vez. El hecho de no introducir en la ecuación a los trabajadores demuestra la superficialidad y el trabajo de cara a la galería del pacto, porque ya podían imaginar que, en estas condiciones, la respuesta sería muy fuerte. Y así fue. Empieza con una huelga de ferrocarriles de 24 horas en toda España los días 24 y 30 de noviembre y el 1 y 4 de diciembre. Y estamos sólo en el inicio. ¿Qué gobierno soportará un pulso continuado con los trabajadores ferroviarios que afecte a toda España por un traspaso que se quiere realizar en Cataluña? Peor planteado imposible. Será un motor más de creación de agravios y antagonismos.
- Y todo ello tiene los precedentes de los incumplimientos sistemáticos de Sánchez. Para empezar, con la mesa de diálogo con ERC, que debía ser tan importante y que como ha logrado el acuerdo con el presidente del gobierno, sencillamente quedó congelada. O, por citar otro incumplimiento flagrante de los muchos que se han producido, el acuerdo de incorporar una determinada cifra de inversión a los presupuestos de cada año para que Rufián se pudiera apuntar la correspondiente medalla, para después llevar a cabo un incumplimiento ridículo del gasto efectivamente empleado.
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