Es curiosa la lógica ética del gobierno español ante el alarmante crecimiento de los abusos y la violencia sexual, especialmente entre la gente más joven. Ahora mismo un jugador del Castilla y dos del Real Madrid C han sido detenidos por difundir por WhatsApp un vídeo de las relaciones sexuales que mantuvieron con una chica menor de edad. Las relaciones fueron consentidas, la difusión del vídeo no. La chica de 16 años estaba prometida con uno de los jugadores detenidos.
Es un caso más de esta falta de respeto y necesidad de mostrar las prácticas sexuales en lugar de mantenerlas en el ámbito privado. Pocos días antes se produjo un caso diferente, pero que movió mucha literatura, cuando los estudiantes de Magisterio de la Universidad de Navarra mostraban en un chat privado expresiones carentes del más elemental respeto y buen gusto hacia sus compañeras de estudio. En este caso, no había delito, pero el alboroto ha sido notorio. Y así podríamos ir repasando multitud de estos hechos, algunos gamberros, otros que ya constituyen un hecho delictivo. Pero todo esto contrasta con la indiferencia con la que la administración contempla los dos hechos más escandalosos y que más incitan a la violencia contra la mujer como son la prostitución y la pornografía, sobre todo en el ámbito digital.
España, es bien conocido que es un paraíso para la prostitución y el tráfico de mujeres, porque pese a que el proxenetismo está recogido en el Código Penal, las limitaciones para perseguir ese delito, dado que la prostitución no está prohibida, son extraordinarias. Pero el gobierno, pese a las reiteradas demandas, nunca ha querido hacer nada al respecto. Por ejemplo, legislar sobre la tercería que significa que una mujer puede prostituirse si así lo decide, pero que está radicalmente prohibido y penado que nadie más pueda obtener un beneficio económico de su actividad. Esto ampliaría el abanico de las posibilidades de limitar esta violencia extrema y masiva contra la mujer y establecer el principio de respeto que hoy en día no existen.
El otro caso es el de la pornografía en las webs. Se ha convertido, junto a las drogas, en la actividad que genera más beneficios, más que el tráfico de armas. Considerando sólo a los 20 primeros países del ranking de pornografía, los beneficios anuales son de 100.000 millones de dólares. Sólo una de estas empresas bien conocida, Pornhub, atrae 3.500 millones de visitas al mes. Esta empresa ha sido denunciada reiteradamente por casos de explotación sexual, maltrato, violaciones, tráfico de personas y abuso infantil, que figuran en sus vídeos. La forma de ingresar dinero de estas webs tiene varios caminos. Uno de los más importantes no es el de pago directo, sino el de la publicidad.
En España existen 2,5 millones de anuncios en webs y 81 de ellas incorporan publicidad. Y esto ocurre a pesar de que la ley orgánica de garantía integral de la libertad sexual prohíbe la publicidad de la prostitución. Pero, por supuesto, la pornografía no es directamente prostitución aunque detrás de esta arrastra este tipo de prácticas y otras violencias. Por ejemplo, a través de las redes existe una demanda creciente de mujeres y niñas dispuestas a aparecer en vídeos pornográficos. Esta captación se realiza a través de webs como Onlyfans, IsMyGirl, Justforfans, entre otros. A partir de ahí se produce otra línea de ingresos que es por el pago mediante suscripción o campañas.
La inteligencia artificial generativa está generando nuevas expectativas en este campo, creando nuevos contenidos e imágenes sintéticas a partir de contenidos ya disponibles, lo que abre un infinito mundo de posibilidades. Todo esto, y cada vez más este tipo de cómic superlativo, crea un imaginario tóxico extraordinariamente peligroso para las mujeres y las niñas.
El Gobierno español y el Ministerio de Igualdad, que es capaz de poner el grito en el cielo por una frase o que puso en marcha una cacería por el comportamiento inapropiado de Rubiales, que no pasan de ser hechos singulares, se inhibe absolutamente ante el gran negocio masivo de la pornografía y cuya prostitución son consumidores crecientes los jóvenes, sobre todo en relación con la pornografía por internet, cada vez en edad más jóvenes y hoy en día ya desde la adolescencia, genera un imaginario que estimula comportamientos violentos contra la mujer, convertida en elementos pasivos sujetos de las fabulaciones imaginarias en la mayoría de los casos reales en un porcentaje presente.
Si se quiere combatir la actual cultura de la violencia en el sexo, lo primero que debe hacerse es cortar con la prostitución y la pornografía o al menos limitarla en grado extraordinario. Esto y educar en el respeto y autocontrol en la escuela, en las virtudes de toda la vida, en definitiva. Todo lo que no sea esto es basura ideológica e hipocresía.
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