Los datos de la serie del CEO (Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat) así parecen indicarlo. Vamos por partes.
Las encuestas preguntan a cada confesión, y especialmente esto importa a los católicos, su asistencia a los oficios religiosos en razón de tres tipos de pregunta. Se declara de aquella confesión, católico, por ejemplo, pero responde que nunca va a ningún oficio. Éste es el grupo más mayoritario con diferencia y entre la población que se declara católica representa en la actualidad el 71%.
Y ahí se produce la primera singularidad. Cuando llegó la covid esta cifra estaba en máximos de toda la serie que se remonta desde marzo de 2014 con un 77,8% y un suave y continuando ascenso. Pero he aquí que pasada la covid registra una caída radical como nunca se ha dado en la serie, por lo que en marzo del 2022 había caído al 66%, es decir más de 11 puntos y todavía bajó algo más hasta llegar a octubre del pasado año con un 64,8%.
Este bajón de los que se declaran católicos, pero no van a misa, tenía una contrapartida en los otros grupos que a continuación veremos y que son más practicantes. Había, por tanto, un claro resurgimiento que parece perderse porque en marzo de este año habían crecido hasta el 71%. Es decir, han subido casi 7 puntos en medio año. No llegan al máximo precovid, o el ritmo ascendente no está claro que se haya detenido.
En contrapartida los católicos que van cada semana o más de una vez a la semana a la iglesia alcanzaron en 2022 la cifra más alta en décadas, el 12,9%, viniendo de un 6,5% en el período inmediato a la covid. Se había prácticamente doblado la asistencia y eso es bueno, es un crecimiento del 7%, pero desde esa fecha ha iniciado un lento decrecimiento y ahora está situada en un 9,1%. Es la mayor magnitud en mucho tiempo, pero el signo es descendente. Es la otra cara de la moneda. Disminuían los que nunca van a la iglesia y aumentan los que acuden con mucha frecuencia porque al menos ponen los pies una vez a la semana.
Esta cifra de crecimiento también se ha dado en el otro grupo que sigue en práctica religiosa, el que va al menos 1 vez al mes. Estaba en un 4,2% antes de la covid y fue subiendo, en este caso más lentamente, hasta llegar al 8,1% en octubre pasado. También se había doblado, pero como el resto ha iniciado un descenso y el primer trimestre de este año está en el 7%. Estos dos grupos, católicos practicantes semanales y los de una vez al mes, significan algo más del 16% de los católicos en la actualidad. Y habían representado el 19% en la época en que la sacudida de la covid hizo crecer el interés por la fe, mientras que en el período anterior significaban el 10,5%.
Y aún queda un tercer grupo, los que acuden alguna vez al año. Serían los que podríamos llamar católicos sociales: acuden por alguna fiesta, Nochebuena, Pascua o por una boda. Éstos también habían crecido, aunque de forma ligera, habían pasado de ser casi el 15% a significar el 16,5%. Pero han decaído y están en el 12,2%.
¿Qué nos dicen estas cifras?
Pues que en el período posterior al 2020 ha habido una ventana de oportunidad que ha provocado de forma espontánea un retorno de decenas de miles de personas a la iglesia. Lo han hecho con una intensidad variable, pero las cifras cantan por sí solas. Era una gran oportunidad si había conciencia de que se estaba produciendo algo excepcional, que nunca se había dado durante décadas y décadas en la historia reciente de la iglesia catalana. En lugar de decadencia había revitalización.
Pero quienes dirigen esta institución no parecen haber estado demasiado atentos a la jugada seguramente porque, como suele ocurrir en otras profesiones, están demasiado encerrados en sus propias cuestiones. Seguramente no es el caso de muchos sacerdotes a pie de parroquia, pero cuya tónica general emanan las directrices, más bien parece haber ido por ahí, al menos a juzgar por los resultados que señalan que no se ha sido capaz de aprovechar una oportunidad. Hay que decir (siempre hay que dejar abierta una puerta a la esperanza) que la oportunidad si no tan grande, sí se mantiene viva y quizás sería hora de que se dieran cuenta y actuaran en consecuencia.