El balance del gobierno Sánchez puede resumirse en tres conceptos que él mismo ha utilizado: balance excepcional, gestión intachable y la “economía va bien”. Ante una campaña electoral es lógico que el presidente del gobierno acentúe el autoelogio y es labor de los demás verificar hasta qué punto responde a la realidad.
Empecemos por el balance global que argumenta y que de hecho sería la cuestión decisiva. Hay que decir de entrada que si es tan bueno como apunta Sánchez, no se entienden demasiado los resultados de las últimas elecciones que el propio presidente del gobierno convirtió en una especie de plebiscito de su obra. Los resultados están a la vista.
Si vamos a lo concreto, es necesario empezar por el asunto más trascendente que ha pasado durante su mandato, la pandemia del 2020 y su prolongación posterior. En España el exceso de mortalidad durante este período fue de 187 muertes por cada 100.000 habitantes entre 2020 y 2021, un 64% más que las muertes declaradas oficialmente, según el estudio de The Lancet. La media en Europa occidental fue de 40 muertes por cada 100.000 habitantes, por tanto, el resultado de la gestión española no fue en modo alguno bueno. A esto se le añaden los rigurosos estados de alarma, que posteriormente han sido declarados inconstitucionales, la parálisis del Congreso que impedía fiscalizar la acción del gobierno y la negativa que se ha prolongado hasta ahora, a dotarnos de una ley específica para hacer frente a futuras pandemias sin recurrir a estados de excepción ni alarma.
Derivado de este hecho se encuentra la gran caída del PIB, una de las mayores de Europa, consecuencia de nuestra dependencia turística, pero que no afectó de la misma manera a otros destinos, como Italia y Grecia en términos de PIB.
En el otro lado de la balanza se deben situar los aciertos de los ERTE y el buen ritmo de la vacunación, si bien este aspecto fue gracias a la ejecución de las comunidades autónomas. Dos agujeros negros tampoco pueden pasarse por alto. Uno, el del olvido de la situación de las residencias de las personas mayores. El otro, la falta de gestión para mover a enfermos muy graves que no podían acudir a UVIs saturadas y que no eran trasladados a otros territorios donde había disponibilidad de plazas por medio de ferrocarriles medicalizados, como sí hicieron otros países de Europa.
Este balance global en relación con la «economía va bien» se resiente de unas cuestiones fundamentales.
Estamos más lejos de la renta per cápita europea que a principios de siglo y antes de que Sánchez empezara a gobernar. Los salarios en términos reales de poder adquisitivo están más o menos en el nivel de los años 2006-2007. La desigualdad ha crecido y también lo ha hecho la pobreza pese a que en el último año se ha reducido un punto.
El empleo ha evolucionado bastante bien, y ya supera la cifra de 2019, pero hay un desajuste que el gobierno no explica sobre cómo es posible este aumento y al mismo tiempo que el número de horas trabajadas sea aún menor que el existente ese año. Sigue vigente, y de hecho se ha acentuado con esta mejora del empleo, la baja productividad.
Un problema absolutamente ignorado y que significa una pérdida clara de renta futura es la combinación del déficit vegetativo, la diferencia entre nacimientos y defunciones, combinada con el progresivo envejecimiento de la población. No se entiende nada por qué este hecho que genera alarma cuando se habla de otros países como Corea, China y Japón, es visto con tanta indiferencia cuando nos afecta a nosotros.
Ha sido absolutamente reiterado y, por tanto, no hace falta insistir, los problemas que representa el elevado endeudamiento público y un excesivo déficit. Pero de lo que no se ha hablado tanto es, por un lado, del gasto extra que se está haciendo y qué pago se desplaza al futuro, y también otro tipo de endeudamiento público en la sombra que es elevado número de avales que el gobierno deberá afrontar por impago por el sujeto crediticio.
La economía va como una moto, pero justo en el segundo semestre recuperaremos el PIB que teníamos en 2019 y somos uno de los pocos países de la UE que se encuentra en esta situación y el único que en estos tiempos es receptor de una magnitud extraordinaria de fondos Next Generation; sin contar los créditos 75.000 millones a fondo perdido. Y puesto que hablamos de los fondos europeos, hay que subrayar un defecto grave que es la lentitud y la falta de transparencia.
Éste sería capítulo del balance global y económico al que se refería Sánchez y todavía nos quedaría otra valoración, la de la “gestión irreprochable”. Será para mañana.