Polonia, castigada por la Unión Europea y duramente criticada por la Administración Biden, se ha convertido desde la invasión rusa de Ucrania en febrero del año pasado en una formidable fuerza geopolítica.
Como Converses explicó hace unos meses, el país eslavo va a la vez camino de convertirse en una superpotencia militar con un ejército que en estos momentos ya supera al alemán.
El presidente polaco Andrzej Duda y el ministro de defensa Mariusz Błaszczak se posicionaron desde el primer momento como los principales “halcones” europeos para incrementar la ayuda militar en Ucrania. Y, de paso, aplicar una presión inaudita al incómodo vecino occidental de Polonia, Alemania.
Varsovia anunció que enviaría sus carros de combate Leopard 2 a Ucrania con o sin el permiso de Berlín
El colofón de esta presión tuvo lugar hace varias semanas, cuando Varsovia anunció que enviaría sus carros de combate Leopard 2 a Ucrania con o sin el permiso de Berlín, que es quien detenía las licencias de reexportación de este sistema de armas.
Evidentemente, es difícil saber cuál fue el orden exacto de los acontecimientos que desembocaron en la decisión final alemana de acceder a enviar los carros de combate a Kiev. Parece claro que la insistencia polaca jugó un papel clave para acabar de convencer a Washington de enviar sus tanques Abrams. Algo que, a su vez, forzó a Berlín a ceder a las presiones.
Pero hay más. Polonia no sólo consiguió torcer el brazo de Alemania, sino que constituyó una verdadera coalición alternativa en el seno de la Unión Europea al tradicional tándem franco-alemán, mucho más prudente en sus relaciones con Rusia. Así, Finlandia, Noruega, España, Países Bajos y Dinamarca se unieron a las llamadas de Polonia y anunciaron el envío de más carros Leopard.
Por otra parte, las compras masivas de equipamiento militar que Polonia ha acelerado tras el ataque ruso contra Ucrania, y que incluyen 250 carros de combate Abrams, 32 aviones F-35, 96 helicópteros de ataque Apache y varios cientos de vehículos blindados surcoreanos aseguran en Polonia una plaza destacada en el seno de la OTAN y toda la atención de Estados Unidos, independientemente de quien gobierne en la Casa Blanca.
Pero, la aparición repentina de un gigante militar polaco parece ir en detrimento de los llamamientos a la autonomía estratégica europea, uno de los temas preferidos del presidente francés Emmanuel Macron y un mantra de Bruselas que apenas tiene repercusiones prácticas.
Con una Polonia que tiene a Estados Unidos como socio estratégico y a Corea del Sur como proveedor de armamento, las esperanzas de que el conflicto en Ucrania sirviera para que la Europa de la defensa diera un paso decisivo se han desvanecido.