El PP parece estar convencido de que el poder caerá en sus manos como fruta madura. Y lo hace a partir de una muy optimista lectura de las encuestas. Es una temeridad, entre otras cosas, porque falta al menos un año para las elecciones, porque éstas las hará Sánchez cuando a él le convenga y porque el que dispone de más medios es el gobierno y no la oposición.
Pero, al margen de estas consideraciones generales, hay otra muy concreta que es el resultado que en este momento dan las encuestas. El PP se mantiene en primer lugar con un 29-30% de votos pero está estancado y con tendencia a decrecer. El PSOE está cada vez más cerca, ahora con un 26% de los votos y con tendencia al alza. Todos estos resultados son la media de los sondeos actualizados a 5 de diciembre por Electocracia.com.
Vox vuelve a subir, pero pese a este hecho, la derecha, si bien por poco, ya no tiene la mayoría absoluta, y sin ésta le será muy difícil gobernar, primero por la dificultad del PP para pactar con otros grupos, y segundo porque la necesidad de Vox hace huir a los partidos de ámbito regional o de carácter nacionalista.
UP registra una muy ligera subida, pero está lejos de los resultados logrados en las últimas elecciones. Más País no prospera en relación a las últimas elecciones y Cs sencillamente no sale ni tiene perspectivas de remontar. Sin embargo, en este análisis hay un factor determinante que es Cataluña.
Sánchez interpreta muy bien su importancia y la de los votos de ERC que, con 13 escaños, junto a los de UP y los propios, le sitúa muy cerca de poder gobernar. No es una garantía, pero sí un bloque determinante para la victoria. Este hecho explica no sólo la modificación del delito de sedición, sino el más complicado, el de malversación. Si bien habrá que ver el redactado final, la idea de diferenciar entre malversación si hay o no lucro personal directo, parece realmente muy complicado. Por ejemplo, el 3%, según se planteara la modificación, no sería malversación porque el beneficiario sería el partido y no la persona en concreto que lo hace posible.
En todo caso lo importante es que entre los diputados que puede obtener ERC y el PSC en Catalunya y el diferencial con los que puede ganar el PP, si no hace una revolución improbable, se sitúa en torno en los 20 escaños. Esto quiere decir que de entrada para situarse en igualdad de condiciones el PP debe amortizar estos 20 diputados en el resto de España. Y eso sólo para ubicarse al mismo nivel. Esta exigencia pone de relieve la gran incertidumbre que envuelve una posible victoria del PP si no consigue una diferencia mucho mayor con el partido socialista.
Está claro que si UP y la presidenta Díaz fueran por separado, todo este escenario se vería fuertemente alterado, pero la experiencia del gobierno de goma que soporta todas las tensiones internas habidas y por haber, porque su cemento es mantenerse en la silla del poder pete a quien pete, hace pensar que aunque sea en el último minuto, la alianza de Díaz y la gente de Pablo Iglesias por mucho que se peleen también se producirá, porque es evidente que los beneficios y los sueldos que da estar en el gobierno no tienen comparación con el valor que puede significar una defensa más pura de sus ideas, pero desde el desamparo de la calle.