Coincidiendo con el 6 de octubre, una fecha muy presente en la historia de Catalunya, se iniciará la consulta a los militantes de JxCat que terminará este viernes. A la espera del resultado, hay que considerar 10 puntos clave de la crisis del gobierno de la Generalitat :
- Hasta el sábado, por tanto, no se dispondrá de la decisión de este partido. Hay que interpretar este espacio de tiempo como un elemento de presión para que Aragonés pacte, dado que en último término JxCat preferiría continuar en el gobierno, pero sólo puede hacerlo sin perder la cara.
- Los independentistas posconvergentes ya han abierto este camino para facilitar la rectificación de Aragonès dado que en la noche del domingo remitieron una nueva nota al presidente de la Generalitat en la que matizaban su primera condición. En ésta exigían constituir un estado mayor del proceso, otorgar un papel central al Consejo de la República de Puigdemont y activarlo antes del 15 de noviembre, hacer un frente común de ERC y JxCat en el Congreso y poner sobre la mesa de diálogo de manera definida la autodeterminación y la amnistía. El domingo matizaron uno de los planteamientos que podría parecer más un “trágala” para Aragonés, como era el de restituir su puesto al exvicepresidente, Jordi Puigneró. También matizaron la presencia de sus diputados en la mesa de diálogo con el gobierno. El interés que manifestó Aragonès por abrir camino a estas y nuevas matizaciones fue perfectamente descriptible. No hizo caso.
- La división de Junts pesa mucho. Por un lado, están los Borràs, Alonso-Cuevillas y otros partidarios de la ruptura. Por otra, los miembros del gobierno, como Giró, Victoria Alsina, los alcaldes y el que se sumó, el propio Trias, candidato in pectore a la alcaldía de Barcelona, en unas declaraciones en las que rechazaba salir del gobierno, dejando claro además que aún no había decidido presentarse a la contienda electoral.
- La intervención de Puigdemont en el acto de la conmemoración del 1-O en un sentido claramente partidario de la ruptura y decididamente convencido de la inutilidad de la mesa de diálogo con el gobierno Sánchez. Su manifestación de preeminencia del Consejo de la República acaba de redondear un claro posicionamiento a favor de la ruptura.
- Solo 6.465 militantes decidirán el futuro de Junts. La cifra es muy indicativa de cómo se ha ido reduciendo la afiliación a este grupo, en buena parte heredero de Convergència.
- La centrifugación convergente. En pocos años la que fue la primera fuerza de Catalunya se ha ido fragmentando en pedazos que parecen irrecuperables. De CiU pasó a CDC, de ésta al PDeCAT y de ahí se fragmentó en JxCat, el grupo más importante con diferencia, el PDeCAT, con una vida lánguida y con pocos efectivos, y la incógnita de la iniciativa de Centrem. Si ahora rompen con el gobierno, no es descartable que se produzcan nuevas divisiones. Es que en el fondo existe una falta clara de liderazgos.
- Si la rotura se produce antes de las municipales, éstas serán la prueba de fuego y sus resultados marcarán el futuro. Después sólo tendrá un camino desde fuera del gobierno: asegurar el descalabro del electoral independentista de ERC, única manera de conseguir otra vez el primer puesto político.
- Un toque de atención que no puede pasar desapercibido, el diario El País publicaba el pasado domingo un extenso reportaje de dos páginas en el que quedaba claro que el ejército habría intervenido si se hubiera mantenido la declaración de independencia. Es todo un aviso medio encriptado para futuras actuaciones.
- El escenario actual es particularmente adverso para impulsar grandes rupturas porque ante la crisis económica y de seguridad, la gente busca certezas y convivencia. No es descartable, sin embargo, si el independentismo lograra insuflar otra vez ilusión, como ya lo hizo la anterior vez también en plena crisis económica, podría significar para muchos una puerta a la esperanza. No es fácil que se pueda conseguir porque como dice el dicho “gato escaldado con agua tibia ya tiene suficiente”.
- Si se produce la ruptura y ERC no forma un nuevo gobierno de coalición, si pretende gobernar con pactos ocasionales, con sólo 33 diputados de los 135 del Parlament, el 24,4%, estará cometiendo una especie de fraude electoral porque Aragonès ha sido elegido por una correlación de fuerzas muy distinta. Por tanto, o nueva coalición de gobierno o convocatoria de elecciones. Todo lo que no sea esto será profundizar la falta de sentido democrático de la política catalana.
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