Sí, Cataluña se degrada, que significa que pierde las cualidades y atributos que le son propios de forma progresiva. Pierde nivel, valor, buena imagen y buen funcionamiento.
Uno de los elementos más visibles y generador de mayores costes económicos y sociales de esta degradación afecta a las dos grandes infraestructuras básicas del país, una vial, la AP-7, y la otra la ferroviaria, sobre todo Cercanías. Esta última es un problema crónico bien conocido que a pesar de los «cariños» entre la plaza de Sant Jaume y La Moncloa está en peores condiciones que nunca. Sólo ha faltado la gratuidad del billete porque, a la vez que los viajeros van como sardinas en lata, de los 12 primeros días laborables de septiembre, sólo en uno no ha habido ningún tipo de avería. La más importante duró 5 horas y desguazó todo el tráfico ferroviario, también el de media distancia. Por qué esto no se resuelve es un misterio o una manifestación de impotencia política. Como desee. En todo caso degradación .
Y qué decir de la AP-7. Está absolutamente colapsada. Era un hecho anunciado desde el momento en que se suprimían los peajes, que tenían fecha y hora fijada de años. Nada se previó, y ahora, después de tantos meses soportando el problema, la Generalitat y el Ministerio están dialogando para ver qué soluciones encuentran. Y han advertido que pensar en resolver algo antes del 2025, ni soñarlo. Las grandes medidas que llevan entre manos es reducir su velocidad en determinados tramos. El debate es si disminuyen la velocidad hasta 100 km/h. o a los 70 km/h. como pide el servicio catalán de tráfico. Es decir, la autopista continuará colapsada, iremos más despacio y habrá más accidentes. No puede decirse que se trate de una solución. Lo peor del caso es que todo el mundo sabe cuál es la respuesta de efectos inmediatos: restituir el peaje que, además, debe servir para pagar un mantenimiento que hoy no está financiado. Pero, como está la cuestión electoral, ni ERC, ni PSOE, ni los aficionados a aumentar siempre los impuestos, es decir Podemos y Colau, se atreven a ponerle el cascabel al gato.
Otra característica de nuestra degradación es el estado de la enseñanza. Ya es un dato menor que el curso que ha empezado más pronto de lo habitual ha tenido una puesta a punto a toda prisa y que 24 horas antes del inicio los institutos con jornada partida no sabían si la tarde sería lectiva o no. Por tanto, un mal comienzo que no quisiéramos que fuera el preludio de la continua degradación de nuestra enseñanza. La Fundación Bofill ya instó a la Generalitat a actuar debido a la caída de los resultados académicos de los alumnos, literalmente decía que es urgente que el departamento de Educación impulse medidas de identificación, orientación, apoyo al alumnado para corregir la caída de resultados. Llueve sobre mojado. Los resultados en lengua castellana, matemáticas e inglés van descendiendo de año en año y son peores en la medida en que disminuye el nivel socioeconómico de las familias, lo que pone de relieve la importancia de éstas en la educación de sus hijos. El acreditado economista y columnista económico de La Vanguardia, Josep Oliver Alonso, afirmaba el pasado 16 de septiembre que «el fracaso escolar es el secreto mejor guardado de Catalunya» y presenta sin tapujos la desdichada situación de nuestra educación.
Crece la violencia letal. En sólo las últimas 48 horas ha habido tres muertes violentas y, lo que es peor, porque es indicador de una violencia de mayor entidad, dos lo fueron por armas de fuego. En Cataluña se está produciendo un crecimiento de este tipo de delitos, el más grave, y en buena parte está relacionado con que Cataluña se ha convertido en el emporio de la producción y tráfico de marihuana. Pocas semanas atrás se descubrieron nuevas plantaciones en municipios como Taradell y Prades. Se aprovecha la extensión del terreno forestal de Cataluña para introducir mosaicos de plantaciones difíciles de detectar, aunque también en las ciudades se están produciendo este tipo de prácticas de elevada rentabilidad con producciones que se exportan a toda Europa. Este hecho ha comportado el crecimiento de bandas organizadas y la mayor afluencia de organizaciones procedentes de la Unión Europea. El resultado es el aumento del enfrentamiento entre ellos y el crecimiento de este tipo de delito que acude al asesinato cuando es necesario. Además, la abundancia de dinero negro facilita los intentos de corrupción de políticos locales, guardias municipales y Mossos d’Esquadra. Cataluña nunca ha tenido problemas importantes de este tipo. Pero esto está cambiando.
Y para terminar esta lista incompleta de causas de degradación, no podemos olvidarnos de la plaga de las okupaciones, que cuantitativamente es un producto específico de Cataluña. Qué escándalo, la que 60 años atrás quería ser la Suiza del Mediterráneo es un territorio donde la vivienda cada vez está más controlada por las bandas organizadas de okupación. De modo que una sentencia de la audiencia de Barcelona alerta del riesgo que corren las viviendas con los rótulos de “se vende”.
Por si fuera poco, los Mossos también piden un cambio de modelo policial pero por una razón diferente a la habitual y muy profesional: por el aumento extraordinario de la violencia.
Si no tomamos conciencia de lo que está pasando y no sabemos darle respuesta, estos y otros factores de degradación acabarán por transformar Catalunya en un país muy deteriorado que ni los propios catalanes sabrán reconocer.