Todos los medios de comunicación han informado sobre los resultados del periódico observatorio que encarga y difunde el Ayuntamiento de Barcelona, en el que junto a la indagación sobre los principales problemas de la ciudad percibidos por los ciudadanos, existe la valoración de los diversos líderes municipales y sobre la intención de voto, que siempre es foco de atención.
Todos estos resultados son fruto de una encuesta, y aquí es donde entra en juego la falta de profundidad con la que todos los medios de comunicación abordan los resultados.
Dejando al margen perjuicios sobre que las encuestas puedan estar más o menos deliberadamente sesgadas para favorecer a quien las encarga, existen unos aspectos objetivos que siempre hay que tener en cuenta porque por su propia naturaleza no dependen del criterio con el que se aborde los resultados, sino que forman parte de la técnica que incorpora toda encuesta.
En este ámbito, un factor determinante es la dimensión de la muestra. Esta debe ser suficiente en relación con la dimensión de la población a la que preguntamos y en razón también de qué queremos saber.
A partir de esta introducción ya podemos formular la afirmación de que la encuesta de Barcelona tiene unos resultados que, por un lado, deben tomarse con pinzas y por otro son perfectamente inválidos.
Vamos por partes. La muestra es pequeña en relación a todo lo que se pregunta. Sólo 800 encuestas para una población de más de 1 millón de personas. Con un margen de confianza del 95%, el error que produce esta muestra sin subdividirla, después abordaremos este aspecto, supera el +/-3. Esto significa que por ejemplo el PP o Vox, que no obtenían representación en el Ayuntamiento, sí que pueden alcanzarla y estaría dentro del margen de error de la encuesta, no habría ninguna sorpresa. A la inversa, por la misma lógica, la CUP podría quedarse fuera. Colau, en lugar de sacar 11,9%, podría bajar hasta un 8% o subirse hasta cerca del 15%. El PSC podría superar a Colau y la encuesta no cambiaría, y quedar empatados o por encima de ERC. Y esa última formación podría quedar la primera.
Ya se ve, por tanto, que desde este punto de vista, el más global de todos, los resultados dentro de unos límites aportan más confusión que claridad. No nos dicen casi nada de quien puede quedar primero, y partidos que se dejan fuera del ayuntamiento podrían hacerse presentes. Sin mejorar la dimensión de la muestra y hacerla sensiblemente mayor, no hay forma de aclarar este lío.
Si de los resultados globales pasamos a las preferencias electorales por distrito, la cosa ya se vuelve imposible, pues entonces resulta que la muestra de 800 se fracciona en una media de 80 entrevistas por distrito, que variarán en más o en menos en función de la población. Con tan pocas encuestas no puede decirse absolutamente nada del comportamiento electoral en cada uno de los distritos. Y eso explica cosas que algunos diarios califican de “sorpresas”, como por ejemplo que Colau gane en Sarrià-Sant Gervasi, pese a que la misma encuesta le dé en este distrito la puntuación más baja de toda la ciudad, un 3,4. Por lo visto no se estila preguntarse cómo son posibles estas grandes contradicciones.
La respuesta es que el margen de error es tal que da lugar a estas barbaridades. En concreto, para una muestra media de 80 encuestas por distrito el margen de error es de +/- 10,95. Ya pueden ir sumando o restando esta cifra de los resultados electorales que obtiene cada partido, empezando por el de Colau, y verá que todo esto se convierte en caótico.
Por tanto, desde el punto de vista electoral, la encuesta no nos revela nada de los grandes resultados a escala global e introduce una gran confusión cuando la muestra se subdivide, como es en el caso de los distritos.
¿Qué utilidad tiene? Bien ,es una orientación en relación con las preguntas más sencillas que den menos opciones, y también en relación con aquellas cuestiones, que los resultados presentan grandes diferencias. Y todo esto sin contemplar la hipótesis de lo que decíamos al principio del sesgo de la muestra.
Si yo sobrerrepresento o infravaloro a determinados grupos de población porque me interesa electoralmente, lograré obviamente resultados muy diferentes.
La pregunta del millón es por qué la muestra de la encuesta oficial del Ayuntamiento se ha reducido tanto porque en tiempos pasados, ya algo lejanos, ‘se había llegado a las 1.600 o más entrevistas. Y el gran enigma es por qué todos los partidos representados en el Ayuntamiento se lo tragan y callan. Es muy posible que ni siquiera sean conscientes de la naturaleza del documento que tienen entre sus manos.