De la misma forma que los seres humanos como especie se configuran en mujeres y hombres, también por la misma razón natural son omnívoros y, por tanto, comen proteína animal, mayoritariamente carne. Este hecho hace que nuevas dietas generadas por la cultura actual sean peligrosamente desequilibradas y necesiten corrección de suplementos si no quieren ocasionar problemas graves en el organismo.
Es el caso de los veganos, que hacen una ingesta radicalmente vegetal. El problema radica en que esta dieta produce un déficit de vitamina B12 imprescindible para el normal funcionamiento del cerebro, el sistema nervioso, la síntesis del ADN y la formación de glóbulos rojos que alimentan el oxígeno en el organismo. Pero resulta que la vitamina B12 se encuentra sólo en alimentos proteínicos de origen animal. En realidad, esa vitamina es producida por microorganismos que son ingeridos por los animales. Los vegetales ni las necesitan ni las incorporan, salvo casos excepcionales. Por tanto, si no comemos alimentos de origen animal, el déficit en B12 está asegurado. Los síntomas son claros: descoordinación motora y sensorial, sensación de adormecimiento y hormigueo de manos y pies, problemas de equilibrio, depresión, confusión, problemas de memoria, úlceras en la boca o en la lengua, y en los niños la carencia afecta a su crecimiento.
La fuente principal de B12 son los despojos, hígados, riñones, cerebros, yema de huevo, las almejas, las sardinas, el salmón y la carne. El queso, leche de vaca y determinados pescados como el bacalao, la merluza y el atún. Si se come carne, toma lácticos y pescado, tendrá vitamina B12, si no tendrá problemas que pueden generar una enfermedad llamada anemia megaloblástica provocada por el déficit de glóbulos rojos.
Se publican muchas ideas para suplir, desde el ámbito vegano, esa vitamina, pero lo cierto es que la inmensa mayoría de ellas no están verificadas por la ciencia. Forman parte más bien de creencias. En algunos casos en los que sí es más evidente, como un té negro fermentado de origen japonés, la macha, su cantidad es muy limitada. Pero en otros casos, como el uso de la espirulina u otra alga, chlorella, no se ha probado que tengan efectividad. En realidad, la única medida útil son los suplementos de vitamina B12 que se comercializan.
La conclusión de todo ello es que evidentemente el ser humano de forma natural no tiene como dieta el veganismo porque necesita ingerir productos de origen animal. No es en este sentido «ecología» ni volver a una cultura natural. Todo lo contrario, una construcción cultural con dosis de riesgo de nuestro tiempo.