Seguramente se habrá fijado en que muchos ministros, consejeros, algunas personas de la sociedad llevan en la solapa un círculo bastante grande de colores. Es el símbolo del proyecto de Naciones Unidas de Objetivos de Desarrollo Sostenible, que debería cambiar la situación del mundo y que tienen como horizonte el 2030.
Ahora una reciente evaluación nos permite conocer la situación española. Se han logrado 21 de las 131 metas en las que se descomponen los 17 objetivos del ODS. A lo largo de los días resumiremos los principales resultados porque son un indicador en sí mismos del grado de la gobernanza española, que tiene en la sostenibilidad y en este programa una de sus teóricas guías.
El primer objetivo debería ser relativamente fácil para un país desarrollado como España porque se trata del fin de la pobreza y se subdivide en 5 metas. Pues bien, de éstas, en dos no se ha avanzado o incluso se ha alejado del objetivo y de una no se dispone de datos. Concretamente, la que hace referencia a la resiliencia frente a los desastres. No deja de llamar la atención esta omisión cuando los impactos climáticos nos están afectando de forma continuada.
El segundo objetivo es Hambre cero. También aquí, en cuanto a los resultados, el progreso debería ser notable para un país como el nuestro, pero la realidad es que de las 5 metas en 3 aparece la misma calificación “no se ha avanzado o se aleja de la meta” y en 1 sí que ha habido progreso pero no suficiente. Es decir, que el balance no es bueno.
El tercer objetivo es el de la salud y bienestar y es uno de los más extensos dado que incorpora 12 metas. Aquí no existe ninguna nota negativa, si bien en 7 el progreso alcanzado no es suficiente para asegurar la consecución del objetivo.
El cuarto hace referencia a la educación de calidad, sin duda un hito clave para un país que vive en un Parlamento en estado de emergencia educativa. Tiene 9 metas y lo que más llama la atención es que en 4 de ellas se declare que no hay datos oficiales disponibles. Se trata de la alfabetización de adultos, instalaciones educativas, calificación de los docentes y competencias para el desarrollo sostenible. En una de las metas no se ha avanzado lo suficiente o se aleja de la consecución final y afecta nada menos que a la educación primaria y secundaria. En las demás no se ha avanzado lo suficiente, y sólo hay 1 en la que se ha logrado o está en vías de conseguirla y que es la educación preescolar. El balance en esta esencial dimensión educativa es muy pobre.
El objetivo quinto hace referencia al género, que es una de las grandes especialidades españolas porque esta ideología la han transformado en doctrina de Estado a través de las leyes. Incorpora 6 metas de las cuales 4 no tienen datos disponibles, en 1 no se ha avanzado o se aleja del objetivo final y sólo en 1, caso de la tecnología y empoderamiento de la mujer, el informe considera que el objetivo está logrado o cerca de conseguirse.
Por último, el objetivo sexto hace referencia al agua y su saneamiento. Está compuesto de 6 metas de las cuales 2 carecen de datos disponibles y son tan básicos como la gestión de los recursos hídricos y los ecosistemas relacionados con el agua, mientras que en las 4 restantes, en 1 se ha alcanzado el objetivo, el acceso al agua potable, que no es ninguna nota relevante en una sociedad desarrollada. En 2 otros se ha avanzado, pero no lo suficiente, se trata del tratamiento de aguas residuales y el uso eficiente de los recursos hídricos, mientras que en cuanto a la calidad del agua no se ha avanzado o incluso nos hemos alejado del objetivo.
En definitiva, y en torno a estos 6 primeros objetivos, compuestos de 42 metas, sólo en 11 la meta se ha alcanzado o está en vías de alcanzarse mientras que son mucho más abundantes los casos en que nos hemos alejado o no se ha avanzado, y también aquellos sobre los que extrañamente, por ser de uso habitual, no existe información.
