En la reciente jornada del Círculo de Economía, el presidente del PP, Núñez Feijoo, formuló una afirmación que ha traído cola. Dijo que Cataluña está en decadencia, y lo hizo en el contexto de relacionarla con el proceso independentista. Se han producido comentarios a favor y en contra. En este último caso, para demostrar que esta decadencia no existe.
Converses presentará a lo largo de una serie de “puntos clave” un amplio abanico de datos que hacen posible que cada uno saque su conclusión. En todo caso y desde el principio apuntamos dos hipótesis:
Si no se quiere hablar de decadencia, porque tiene unas connotaciones demasiado trascendentes, sí puede calificarse la tendencia de Cataluña globalmente considerada de decaimiento. La segunda hipótesis es que, si bien el proceso ha acentuado el problema, las causas son en buena medida anteriores.
Analizaremos a través de una serie de datos e indicadores y en el transcurso de las próximas semanas, aspectos relevantes relacionados con la población, varios indicadores de la situación económica, otros que nos informarán sobre la dimensión social de la sociedad catalana y también sobre salud y bienestar. También utilizaremos índices complejos como el de la OCDE y especialmente el Índice de Progreso Social.
La población
Una primera mirada debe referirse necesariamente a lo que está en el fundamento de todo: la población. Y lo haremos teniendo como elemento de comparación el comportamiento de Madrid, y también el del conjunto español, si bien éste último, debido a sus grandes desequilibrios internos, resulta hasta cierto punto menos explicativo de la dinámica catalana.
Los datos describen un perfil demográfico poco alentador estableciendo la comparación con Madrid. Podemos constatarlo en la tabla adjunta que muestra la posición que ocupa cada una de las dos comunidades en relación con el conjunto de España.
Podemos observar que Madrid se sitúa en mejor lugar en relación con la esperanza de vida, mortalidad, saldo vegetativo y claramente también en natalidad. Nuestra posición demográfica es peor que la referida al posicionamiento comparado de la posición económica. En los aspectos demográficos nos situamos en torno a la quinta-sexta posición, más atrás en esperanza de vida (8ª posición) y muy mala en natalidad. Aquí queda hecha la radiografía de uno de los problemas centrales de Cataluña, el futuro de su población, que sólo mantiene niveles relativamente altos comparados con España a consecuencia del flujo inmigratorio, pero que cada vez nacen menos criaturas y muere más gente, lo que hace que el saldo vegetativo sea tan deficiente como lo es ocupar el puesto 12 entre el conjunto de autonomías españolas.
Otros tres aspectos de carácter sociodemográfico deben ser considerados, porque tienen un importante impacto a medio y largo plazo sobre la estructura de población y social de Cataluña.
Uno de ellos es el de los divorcios, en el que se es líder en el estado (y presenta también unos niveles altos comparados con Europa) porque 2 de cada 3 matrimonios terminan en este tipo de rotura.
También Cataluña destaca en el aborto, junto con Baleares, situándose en primera posición. Prácticamente, 13 de cada 1.000 mujeres de 15 a 44 años lo han practicado. Si consideramos que ésta es la cifra de un año y que ésta se repite podemos constatar que a lo largo de una década la población que habrá abortado se situará en el 10% o más, descontando los casos de reiteración.
El tercer indicador es el de los hijos nacidos fuera del matrimonio, es decir, en parejas que no se han casado o, en menor medida, en mujeres sin pareja. También en este caso Cataluña ocupa un sitio particularmente destacado.
Desde los trabajos de Margarita Delgado, socióloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, sabemos que el aborto tiene una clara incidencia sobre la natalidad. La paradoja en el caso catalán es que, a pesar de la debilidad de ésta, no existe ninguna política de ayuda a la disponibilidad de tener hijos y a su crianza, y en contrapartida se subvenciona el 100% el aborto.
En cuanto a la tasa de divorcios y los hijos nacidos fuera del matrimonio, es necesario relacionar este hecho, que está generalizado en toda España, aunque no en los niveles de Cataluña, con los problemas crecientes con el rendimiento escolar.
En definitiva, una población menguante debido a los pocos hijos que nacen, un envejecimiento creciente de la población, que tiene su principal causa en este invierno demográfico y una estructura sociodemográfica que sólo podría compensarse, caso de Suecia, en sus efectos negativos con un importante gasto público que aquí en Cataluña es inexistente e inviable dada la baja productividad de nuestro modelo económico.