- Gana el PP, que puede volver a gobernar. Su ventaja ha sido menor de la esperada. Superó al PSOE, pero obtuvo sólo 2 diputados más de los que tenía, y con los 31 logrados se sitúa claramente por debajo de lo que le daban la media de las encuestas (35).
- Disfruta de un segundo triunfo, sus diputados superan la suma de los del bloque del gobierno Sánchez (28+1).
- PP y Vox se acercan al 50% de los escaños y en ese sentido marcan la hegemonía en un electorado muy fragmentado.
- Vox es el gran triunfador de la jornada porque pasa de 1 a 13 escaños cuando la media de las encuestas le otorgaba 10.
- PSOE y UP son los grandes perdedores. El partido de Sánchez ve reducida su representación parlamentaria en 7 escaños y UP, que ya era poco, de 2 escaños pierde 1. De esta forma culmina el bajón que ya comenzó en las anteriores elecciones autonómicas. Nada de lo que hace desde el gobierno, y que más o menos se puede apuntar (salario mínimo, reforma laboral, leyes de género), detienen lo que parece un inexorable declive de esta formación, que ahora en el caso de Castilla y León ya queda reducida a la misma irrelevancia de Cs.
- Ciudadanos es la otra gran derrotada, porque pasa de 13 escaños a 1 y consagra que Cs es un cadáver político.
- Se produce la eclosión de los partidos provincialistas, con Soria ¡Ya! al frente que gana en su circunscripción. También obtiene mejor resultado la Unión del Pueblo Leonés y Por Ávila. Aumenta así aún más la fragmentación del electorado que se ve muy favorecida por la ley electoral española, basada en la circunscripción provincial y con una ley de Hondt que tiende a favorecer la primera y segunda formación de resultados. En todo caso, el provincialismo aparece por el horizonte y puede ser un nuevo dolor de cabeza para una España política cada vez más fragmentada.
Diga lo que se diga, Sánchez ha salvado los muebles por los pelos pese a la pésima campaña del PP, que muestra la debilidad de concepción política de Génova. Como alternativa al PP no muestra en las elecciones ningún proyecto reconocible de Estado, y en este caso ni siquiera para Castilla y León, más allá de la reiteración en la reducción de la presión fiscal, gran bandera. Es grave que la alternativa no sepa presentar un buen proyecto.
Sánchez, pese a su alergia a los escenarios negativos, no supo evitar su intensa presencia en el fin de campaña. Seguramente las encuestas le hicieron creer que el sorpasso del PSOE en relación al PP era posible. Y realmente el porcentaje y la diferencia final ha sido pequeña.
Pero que no consiguiera este cambio, pese a jugar con acuerdos de gobierno adoptados en la última semana y de clara intención electoralista, no hace otra cosa que acreditar que en teoría aguanta mejor electoralmente la marca PSOE, que la marca Sánchez, que se convierte progresivamente en un lastre para los resultados electorales del partido. Por tanto, sale tocado y ahora habrá que ver si continúa su línea de apostar por un renacimiento generado por los fondos europeos o bien, dadas las características del personaje, intenta sacarse una “jugada maestra” del sombrero.
En cualquier caso, el panorama final desde una perspectiva ciudadana de estas elecciones no contiene demasiados elementos positivos, más allá de lo que significa haber votado. Lo demás no hace otra cosa que señalar problemas que no tienen un abordaje político claro, al menos hasta ahora.