El Congreso de los Diputados ha iniciado el proceso para investigar los presuntos abusos sexuales cometidos por personal de la Iglesia, sacerdotes y religiosos. Y una de las razones fundamentales es la de prestar atención a sus víctimas, que es un propósito bien loable. Alguno de estos afectados, que ahora son personas de gran notoriedad, piden que aflore “el iceberg de la pederastia clerical”, es decir, la mayor parte sumergida en la masa de hielo que no se muestra a simple vista.
Al mismo tiempo, la fiscalía, a cargo de la politizada exministra de Sánchez, Dolores Delgado, dio indicaciones para que se haga un rastreo de los abusos cometidos. Hay un detalle interesante en esta iniciativa fiscal y es que no es la primera vez que se lleva a cabo. Cuando era ministra de Justicia y miembro destacado del PSOE en 2019, ya encargó a la que era fiscal general, María José Segarra, que llevara a cabo algo similar. Pero, atención, la instrucción que entonces pasó la fiscal general a los 17 fiscales superiores fue que recogieran todos los datos de los abusos a menores en general y no sólo, como ha hecho Dolores Delgado, los relacionados con la Iglesia.
Era lo lógico, se trata de tener un mapa de los abusos sobre menores y no sólo los que comete una organización de la sociedad, porque podría ser que ésta ni de lejos fuera la más responsable en este desdichado asunto. Los trabajos de la fiscalía nunca llegaron a completarse, entre otras cosas porque constataron su complejidad.
Ahora el camino se reanuda en el doble frente del Congreso y la fiscalía, y ha venido precedido de una campaña de 2 años del diario El País , que incluso ha llegado a poner a disposición de quien lo quisiera un teléfono para denunciar anónimamente presuntos casos de pederastia. Pero también en este caso, sólo si el presunto culpable era un sacerdote o un religioso. ¿Qué sentido tiene que un medio de comunicación incite a la denuncia anónima? ¿Qué valor tiene esa denuncia?
Se puede pensar, hay gente que ya cree a estas alturas de la película, que todo ello es consecuencia de que en el seno de la Iglesia hay un nido de pederastas. Nada más equivocado. Ciertamente, existen, pero en el contexto de nuestra sociedad, moralmente muy deteriorada, son una ínfima proporción.
Si examinamos la tabla de la fundación IR de los casos cometidos entre 2009 y 2019, en la última década, resulta que sólo el 0,2% de los casos de pederastia corresponden a sacerdotes .
El grosor más importante está en manos de los padres, un 23,3% que si, se le añade la madre (1,4%), la pareja del padre (0,3%), la pareja de la madre (5,4%) ), llegamos casi al 30% de los casos. Aquí tendríamos el grosor más importante y más terrible. Un segundo grupo está formado por los compañeros y amigos, que representan más del 14%, la pareja, el novio o la novia (5.6%), los profesores (3,7%) y los monitores (1%). Luego están los entornos familiares, los tíos, primos, abuelos, amigos de la familia, hermanos, hermanastras y otros tipos de familiares. También los vecinos con un 1%. Atención a los internautas, un 5.9% y los adultos sin relación alguna un 9,9%.
Vemos que hay mucha tela que cortar con el tema de la pederastia, pero que ni de lejos tiene que ver con los sacerdotes. Si debemos poner el foco en el 0,2% como corporación, cabe preguntarse por qué no sitúa ese mismo foco, con mucha más razón, en los profesores que son 26 veces más responsables de los casos de pederastia que la corporación sacerdotal. O con los monitores que multiplican por 5 el número de casos, y ya no digamos la situación familiar y su entorno, o el riesgo que genera internet.
En realidad, lo que hacen el Congreso y la fiscalía, concentrando su atención en el 0,2% de los casos, es sencillamente enmascarar, por no decir proteger, todo el grueso de la pederastia que practica nuestra sociedad hasta niveles de escándalo. Lo que se busca es un chivo expiatorio que sirva para sublimar el crimen del conjunto y eso es lo que están haciendo en estos momentos nuestra clase política y la fiscalía que, en teoría, defienden los derechos de los ciudadanos. De paso se actúa contra la Iglesia, que es una tendencia innata en la mayoría de partidos como el PSOE, Podemos, ERC, Bildu, CUP, etc.
La pregunta del millón es si tienen tanto interés por las víctimas, la reparación y evitar los daños de la pederastia, ¿por qué en lugar de ocuparse del 0,2% no se ocupan del 99,8%, que sigue vivo y sin que nadie actúe colectivamente contra él?