El próximo 30 de enero se celebrarán elecciones anticipadas en Portugal después de que el gobierno de izquierdas liderado por el socialista António Costa perdiera el apoyo de sus socios de extrema izquierda a finales de octubre pasado.
La campaña electoral, que se encuentra actualmente en su punto álgido, está marcada por una cuestión que en España parece no existir: la demografía.
Tanto el primer ministro saliente como su principal rival de centro-derecha, Rui Rio, han hecho de la crisis demográfica un tema central.
Portugal tiene en este sentido un triple problema: el país tiene una de las tasas de fertilidad más bajas del mundo (1,4 hijos por mujer en edad fértil en 2019), una población jubilada cada vez más importante y finalmente una tradición emigratoria que continúa en la actualidad.
Unos 80.000 portugueses en edad de trabajar se marcharon del país cada año entre el 2015 y el 2020. Son prácticamente tantos como los españoles que emigraron de España durante el mismo período, pero Portugal tiene casi cinco veces menos de habitantes.
Rui Rio acusa a Costa y a su gobierno de no hacer suficiente para ofrecer oportunidades laborales a los jóvenes graduados.
En efecto, el éxodo que Portugal sufre hoy en día tiene poco que ver con las oleadas migratorias de los años 60. A diferencia de entonces, hoy quien se marcha del país es principalmente juventud muy cualificada que no encuentra trabajo en su dominio, o si encuentra no corresponde a sus aspiraciones salariales.
Por ejemplo, se calcula que más de 2.000 enfermeras portuguesas han iniciado trámites para emigrar durante los últimos dos años -la tercera parte del total de enfermeras que han obtenido su título universitario durante el mismo período. Las autoridades sanitarias portuguesas estiman que unas 20.000 enfermeras formadas en Portugal trabajan en el extranjero.
En Portugal, más del 70% de los trabajadores menores de 34 años gana menos de 1.200 euros al mes, la mitad tiene contratos de trabajo precarios y aproximadamente una tercera parte considera la emigración.
Portugal recibe a inmigrantes poco cualificados y pierde mano de obra formada
Paradójicamente, en los últimos años la tasa neta de migración portuguesa (la diferencia entre el número de personas que entran y el número de personas que salen de un país) es positiva: la inmigración supera a la emigración. El problema es que Portugal recibe inmigrantes poco cualificados y pierde mano de obra formada.
La oposición critica la incapacidad del gobierno de Costa a lo largo de sus seis años de mandato para generar empleo de calidad. Portugal ha vivido durante este período un auténtico boom del turismo, del que era ya más dependiente que la propia España antes de la pandemia de la Covid.
La tasa de paro portuguesa, del 6,9% en 2021, es menos de la mitad que la de España. Pero como se ha visto, no es ahí donde se ubica el problema.
David Justino, ex-ministro de educación del PSD, el partido de Rui Rio, lamentaba que canjear emigrantes universitarios por inmigrantes sin títulos “tiene el efecto perverso de perpetuar una economía de sueldos bajos”.
Para la oposición de centro-derecha, la prioridad para afrontar la temible crisis demográfica que se abate sobre el país pasar por acelerar el crecimiento económico. Durante las dos últimas décadas, el PIB de Portugal ha crecido en promedio 0,3 puntos porcentuales – menos de la mitad que el crecimiento medio que ha registrado la UE en su conjunto.
Invirtiendo en una economía más diversificada y en sectores con valor añadido tendría el doble efecto de hacer que parte de los emigrantes graduados se quedaran en Portugal, al tiempo que darles la estabilidad financiera para fundar familias y tener hijos.
Si Portugal no cambia de rumbo, perderá el 20% de su población en 2070. Lo que es peor, de los portugueses vivos dos de cada tres tendrán más de 65 años
Pero no está nada claro que sólo reactivando la economía se salve la demografía del país. Las previsiones portuguesas son estremecedoras. El ministerio de salud ha advertido que si Portugal no cambia de rumbo, perderá el 20% de su población en 2070. Lo que es peor, de los portugueses vivos dos de cada tres tendrán más de 65 años. Dicho de otra forma, la sociedad será del todo inviable.
En España la situación es igualmente desesperada, y de hecho la tasa de fertilidad es aún menor: 1,2 hijos por mujer.
Pero la diferencia es que los portugueses son conscientes de ello y parecen movilizarse. Tanto Costa como los partidos de oposición están presentando numerosas medidas para incrementar sus nacimientos. En España, la crisis demográfica no es ni siquiera un tema de campaña.