De forma creciente y rápida se multiplica la proporción de hijos nacidos fuera del matrimonio. Si en 2000 representaban el 20,1% en Cataluña, en España el 17,7% y en la UE el 25,4%, en 2019, el último del cual disponemos de datos para los tres ámbitos territoriales, Cataluña ya se situó en una destacada primera posición, con el 49,7% de hijos nacidos al margen del vínculo matrimonial, una cifra también muy alta para España, 48,4%, y un 42,7% para Europa. Es decir, hemos pasado a encabezar la clasificación, seguidos de España, dejando en la cola a Europa. Se han invertido los términos.
La cruda realidad es que prácticamente la mitad de los pocos niños que nacen en Cataluña lo hacen fuera del matrimonio y, por tanto, difícilmente tendrán una estructura familiar estable. Algo parecido ocurre en España.
En el transcurso de este siglo, en Europa los hijos nacidos fuera del matrimonio han aumentado unos 17,3 puntos porcentuales (pp). Pero es que en Cataluña lo ha hecho en un 29,6 (pp) y en España un 30,7 (pp).
No se puede separar esta tendencia del bajón de la natalidad. Evidentemente, en ella inciden otros factores, las dificultades económicas para casarse, el coste de tener hijos, la falta de ayudas por parte de la Generalitat, gobierno español y los grandes ayuntamientos, una cifra muy alta de abortos, en relación al número de criaturas engendradas. Pero a todos estos factores hay que añadir el rechazo creciente hacia el compromiso estable y la formación de la familia, como muestra esta otra información.
La existencia de ese número tan elevado de hijos nacidos fuera del matrimonio, que nos sitúa al nivel de Suecia, no es independiente de la crisis educativa estructural que sufrimos, porque se ha querido olvidar, a pesar de que los datos y estudios científicos lo señalan. La familia es el primer agente educador y si ésta no es estable y no ofrece roles bien definidos, la escuela sufre una sobrecarga que difícilmente logra alcanzar. Que la mitad de los hijos nacidos en Catalunya lo hagan fuera del matrimonio y con una evolución tan rápida que ha desbancado a Europa, significa que han crecido de forma extraordinaria las parejas de hecho, las cohabitaciones y las madres solteras.
Todo esto es un pésimo predictor para el presente y futuro del estado del bienestar, porque éste, en último término, se alimenta de un suficiente reemplazo generacional formado por personas con buenos niveles de formación y de familias estables que hacen que el apoyo en las adversidades, desempleo, enfermedades, accidentes, no recaiga exclusivamente en costes para el sistema público de bienestar.