El estado actual del patrimonio de la ministra Irene Montero se ha visto sometido a polémica por la pregunta formulada por el diputado Cambronero del grupo mixto al formular la pregunta de cómo era posible que en 5 años el patrimonio de Montero hubiera pasado de 6.823 euros a 629.969. Juan Carlos Monedero ya ha acusado de mala fe al diputado porque aduce que este incremento se debe a la herencia recibida por parte de la ministra debido a la muerte de su padre y que ahí radica toda la explicación del incremento patrimonial.
Aquí radica la explicación, pero esto no significa que ésta esté libre de sombras. Evidentemente, ninguna de ellas relacionada con ganancias que presupusieran un ilícito, pero sí con la forma en que se valoran y se utilizan los patrimonios, así como los ingresos públicos.
Vamos por el lado de la herencia. Dado que Montero tiene un crédito de 231.156 euros fruto de la hipoteca sobre el chalé de Galapagar que comparte al 50% con Pablo Iglesias, su patrimonio neto es en realidad de 398.813 euros, que corresponden, y ahí está toda una primera consideración, al valor del 50% de dicho chalet, el 50% de la vivienda heredada, otro 50% de un piso en Ávila, el 50% de una finca urbana en la misma población, la mitad también de una finca rústica y la mitad de un almacén.
Ciertamente parece que en este mundo existe una clara infravaloración del valor patrimonial de todos estos bienes.
Pero existe otra cuestión, que es que todo esto no explicaría el incremento patrimonial, considerando las cuentas corrientes, los depósitos, los seguros y planes de pensiones. Para ello la ministra debería haber ahorrado más de 150.000 euros en cinco años. Si consideramos que sus ingresos como miembro de Podemos, que entregan una parte al partido, es de 51.300 euros brutos al año, esto representaría un total de 256.500 euros brutos, es evidente que descontando el IRPF estaríamos delante de una tasa de ahorro insólitamente alta. La explicación es muy simple:
Lo que señalan las cifras es que buena parte de los gastos personales de Irene Montero son pagados no a expensas de su salario de ministro, sino de representación de su ministerio. Y aquí es donde llora la criatura, porque no puede ser que la actividad personal que no esté directamente conectada con su servicio público, deba ser pagado con recursos presupuestarios.
Por tanto, en el caso de las finanzas de Irene Montero no hay ningún gran escándalo, pero sí que hay una vez más, y aquí no se diferencia la vieja política de la nueva, extraer jugo a situaciones de poder que permiten obtener ganancias que están fuera de las posibilidades del común de los ciudadanos.