Una característica que se ha ido acentuando con el paso del tiempo ha sido que las decisiones de la alcaldía tienden a hacer más difícil la vida cotidiana de la gente al depositar sobre ella la solución de los problemas, cuando se presupone que esta es la misión que justifica la existencia de un gobierno municipal.
El gobierno Colau se caracteriza por aportar soluciones que prohíben, restringen, obligan, sancionan las actividades necesarias y cotidianas de los ciudadanos, sea al circular con un vehículo, al ir andando o al deshacerse de la basura. Pero, al mismo tiempo, es generosa en infracciones y delitos, okupaciones, invasiones de aceras y alteraciones graves en el espacio público.
Primero Barcelona fue el emporio del turismo de borrachera, y cuando éste no ha podido acudir, se ha convertido en la capital europea del botellón.
Un ejemplo paradigmático de esta forma de proceder es el conflicto abierto en Sant Andreu con la recogida puerta a puerta de la basura. No ha servido de nada la experiencia desgarbada de este procedimiento en Sarrià, y la aplicación en Sant Andreu ha multiplicado los problemas. Colau parte del criterio de que el ciudadano no tiene otra ocupación que encargarse de los asuntos que ella le delega, como si fuera un funcionario municipal y, entonces, crea soluciones mágicas domesticadas por la burocracia.
La finalidad que hay que mejorar, la recogida selectiva de la basura, no está en cuestión. La diferencia entre hacerlo bien y mal no radica en el qué, sino en el cómo, y éste cómo, en manos de Colau, pasa por otorgar todas las responsabilidades, horarios, selección, almacenamiento de basura en el hogar a los mismos ciudadanos. La revuelta de Sant Andreu es perfectamente lógica y justificada, y de hecho va más allá de la basura, porque significa decir que ya basta que el trabajo que tiene que hacer el Ayuntamiento lo tengan que hacer los ciudadanos. Una cosa es cumplir con los deberes cívicos que son de carácter general y comunes a todos, y otra imponer obligaciones específicas derivadas de nuevas normativas municipales. Si la solución Colau es que lo hagamos nosotros, ella sobra .
El problema de la recogida de la basura en Sant Andreu se puede extender y multiplicar porque Horta y el barrio de Sant Antoni están en la cartera de los nuevos territorios que van a sufrir esta experiencia. Todo sería diferente si cuando se logra un fin identificara con claridad cómo se puede resolver por medio de los mismos recursos municipales. Sólo así tendremos un Ayuntamiento que se dedique a hacer lo que nos conviene: hacernos más fácil la dura vida cotidiana.