Tres evidencias son claras. El impacto económico de la Covid-19 en Barcelona ha sido muy grande y deja una herida difícil de curar completamente. A esta evidencia se le añade una segunda: las medidas sanitarias y económicas que el Ayuntamiento y la Generalitat han aplicado para paliar el impacto son abiertamente insuficientes a estas alturas. Y por si fuera poco, el urbanismo táctico de Ada Colau y el desbarajuste y fealdad que está ocasionando a la ciudad desincentiva acudir y, por tanto, dificulta su reactivación. El proyecto de las supermanzanas que prepara el urbanismo táctico y la necesaria reducción de una tercera parte de los vehículos que circulan por el Eixample, para hacerlas posible, parecían ser la puntilla definitivo que Colau daría a Barcelona. Pues no, todavía tiene otro chiste que servirá para rematar a la criatura.
No contenta queriendo limitar la circulación hasta extremos inviables, añadiendo un tranvía, también quiere reducir los vuelos en el aeropuerto de Barcelona, que es uno de los focos básicos de entrada de visitantes a la ciudad por turismo y por negocio.
A corto plazo quiere que se disminuyan 13.000 vuelos que afectan a más de 2 millones de pasajeros. Pero su objetivo es más ambicioso, porque quiere liquidar 65.000 vuelos y 9,6 millones de pasajeros; es decir, hacer desaparecer la gente que llega a Barcelona en orden a un 20%. El golpe para El Prat y para la ciudad sería demoledor.
De entrada quiere suprimir 2 de cada 3 vuelos hacia Madrid y eliminar la ruta a Valencia, que tiene una significación muy escasa. Pero, en la lista que figura en el estudio encargado por Ada Colau a Barcelona Regional, figuran también la progresiva eliminación de los vuelos a Alicante, Granada, Málaga, Sevilla, Valladolid, León, Burgos, Bilbao, San Sebastián, Tolosa de Languedoc, Marsella, Lyon y París, que es de donde saldría esta reducción futura de 9,6 millones de pasajeros. Todo ello bajo el discurso de que estos viajes son de corto recorrido y se pueden hacer en tren, que es mucho más ecológico. Y pone como ejemplo a Francia, que quiere operar una reducción de los vuelos que tengan distancias ferroviarias por debajo de las 2 horas y media.
El problema de este mimetismo progre de Colau es no entender que Barcelona no es París y que el sistema de ferrocarriles del que dispone la ciudad está a años luz del francés. El AVE, en las mejores condiciones, sí tarda entre dos horas y media y 3 al llegar a Madrid, pero es que este medio ya se ha comido la mayor parte de los desplazamientos, porque tiene una cuota de mercado del 65% por sólo el 35% del avión. Pero, es evidente que ninguno de los otros desplazamientos entra dentro de este plazo de tiempo, ni está bien cubierto por los trenes, ni siquiera el más próximo, el de Valencia, hasta que no esté bien resuelta la conexión ferroviaria. ¿Cómo puede pensar ir a Sevilla desde Barcelona en tren sustituyendo el vuelo aéreo. Por no contar a la mayoría de las otras ciudades.
Actuando de este modo revela su ignorancia sobre lo que es una empresa y las necesidades que tiene de buenas conexiones, de poder ir y volver el mismo día y del ahorro que ello representa. Pero también comete otro grave error. Se mira estos desplazamientos desde la poltrona de la plaza Sant Jaume de Barcelona, pero no contempla la inversa, la necesidad que tenemos de que haya desplazamientos de aquellas poblaciones hacia la capital catalana para revitalizarla. Turismo de oportunidad, de fin de semana, viajes de negocios, todo esto debe ser fácil si queremos salir del agujero.
Para acentuar el problema, la comisión del ayuntamiento de Barcelona de ecología y urbanismo se reunió ayer y votó en contra de la ampliación del aeropuerto con los votos favorables de Barcelona en Comú y ERC y la abstención salomónica de JxCat, que cada vez más se presenta con unas ideas y un modelo de qué quiere para la ciudad y para Cataluña más confuso.
En definitiva, el proyecto de Colau pasa no sólo por rechazar la ampliación del aeropuerto para convertirlo en un hub internacional, sino que además quiere reducirlo un 20%.
Haga cuentas, el proyecto Colau es que en Barcelona circule un 33% menos de coches y que a El Prat lleguen un 20% menos de pasajeros. Usted mismo saque las consecuencias.