El reciente hecho público barómetro sobre la religiosidad 2020 aporta una información útil para conocer el grado de religiosidad de los catalanes. Un perfil de esta religiosidad lo podemos establecer de acuerdo con los siguientes datos, que determinan la intensidad de la creencia, del vínculo con su confesión y con la práctica religiosa, que son cuestiones muy diferentes. El conjunto define una serie de áreas concéntricas de la más extensa y laxa a la más reducida y comprometida, que señalan magnitudes que están por encima de lo que normalmente se cree.
El 53% de los catalanes se declara católico, está claro que una parte de estos no acude nunca a la Iglesia, hay incluso que su catolicismo es básicamente una referencia cultural y no incorpora una inquietud religiosa.
La segunda magnitud nos indica precisamente esta condición, la de si el sujeto se considera a sí mismo una persona religiosa. En este caso la cifra se sitúa en el 42-44% según se consideren las respuestas.
El tercer bloque serían aquellas personas que creen en un Dios personal, y es algo más de una tercera parte de los catalanes, un 35,5%. Excluyendo de este grupo los que en alguna ocasión tienen dudas, y sólo se considera a los que creen firmemente en un Dios personal y lo hacen en toda situación, la cifra se sitúa en el 26%.
Finalmente, la consideración de la práctica, la frecuencia con que se acude a la Iglesia. Aquí del orden de un 20% se considera practicante, si bien la cifra real es más pequeña si nos ceñimos a acudir a la Iglesia en el caso de los católicos una vez a la semana o incluso más.
Tenemos, por tanto, unas órdenes de magnitud que revelan la importancia que mantiene la religión para la población de Cataluña, y de manera destacada el catolicismo que es la más extendida y conocida. Hay, sin embargo, un hecho evidente que es que salen más personas de la experiencia religiosa que no que entran. Un 20% afirma que ahora no es creyente y que antes lo era, por un 3% respecto a la afirmación inversa, si bien parece que el fenómeno de la salida pertenece a personas de más edad, y el de la entrada presenta edades más jóvenes, y es más reciente.
Tras el catolicismo, el grupo confesional más importante son los cristianos de las iglesias reformadas, que representan el 7%, seguidos del Islam con el 4,3%. Todas los demás tienen presencias muy poco significativas. La que más el cristianismo ortodoxo con un 1,3%. Por lo tanto, el 61% de la población catalana pertenece a una confesión cristiana.
El ateísmo por su parte representa el 18,6%, y los agnósticos, aquellos que consideran que ni se puede afirmar ni negar la existencia de Dios, son el 8,8%.
El espectro social que estos datos determinan nos indica que existe un pluralismo asimétrico basado en una gran presencia católica, una clara mayoría cristiana, una minoría importante que gira entorno a la no creencia, y una presencia reducida del islam, que seguramente la encuesta subvalora, si bien hay que decir en su favor que se trata de una encuesta domiciliaria y no telefónica y, por tanto, con mayor capacidad de recoger los grupos confesionales que proceden de la inmigración.
Pero, lo más interesante de todo radica en que este cristianismo mayoritario no tiene ningún tipo de traducción en la vida institucional y política, que está muy predeterminado por la afirmación no-creyente y la negación del hecho religioso en la vida pública. No deja de ser una contradicción importante en un sistema democrático, que también cuestiona el sujeto confesional mayor con diferencia, la Iglesia católica, que a pesar de las cifras revela una gran incapacidad para hacer llegar su voz en el espacio público.