Trump ha declarado que había ganado las elecciones en una estimación precipitada y que rompe el consenso habitual que es esperar la confirmación de los resultados.
El panorama de los estados que ya están cerrados da la victoria a Biden, pero es abiertamente insuficiente. De los 270 votos electorales necesarios para ser elegido presidente, a las 12h, Biden disponía de 238 por sólo 213 de Trump. También le llevaba una ligera ventaja en el número total de votos: 67,6 millones para Biden y el 49,88%, por 65,7 millones para Trump y el 48,49%. Siendo este el resultado de lo que ya está decidido, ¿por qué Trump puede pensar que gana ?
La primera consideración es que el margen en voto popular que está a favor del vicepresidente de Obama es inferior al que alcanzó Clinton pese a perder 1,5 puntos porcentuales contra 3. El segundo factor, también indirecto, es que en estados de hegemonía demócrata, como California o Nueva York, el voto alcanzado ha sido claramente por debajo de lo esperado, el 64% en California y el 67% en Nueva York. Aunque ha sido más bajo en Connecticut con el 56% y en New Jersey con el 64%, mientras que en estados claves para los republicanos y en los que han ganado, su movilización ha sido arrolladora, 84% del voto esperado en Texas, y 96% en Florida.
Pero, lo más determinante que puede inclinar la balanza final a favor de Trump son los estados que a estas alturas todavía están pendientes de resolución. En concreto se trata de Wisconsin, donde Biden va ganando por milímetros. Michigan con 16 votos electorales y 5 puntos de ventaja para el actual presidente con el 80% de los votos escrutados. Pensilvania con 20 votos electorales, 13 de ventaja para Trump y un 64% de escrutinio. Carolina del Norte es más dudoso porque Trump sólo saca 1 punto de ventaja a su adversario, si bien sólo falta el 6% de votos por escrutar. En Georgia, con el mismo porcentaje de escrutinio que Carolina del Norte, 94%, Trump saca 2 puntos de ventaja. En Alaska el escrutinio está mucho más atrasado, el 37%, la ventaja es de 27 puntos pero este es un estado claramente republicano. Sus 3 votos electorales se pueden añadir con seguridad al actual presidente. Y queda Nevada que sólo aporta 6 votos electorales, donde Biden tiene ventaja de 2 puntos, con el 67% escrutado.
Biden para ganar necesita 34 votos electorales, por lo tanto con los 6 de Nevada y los 15 muy dudosos de Carolina del Norte no tendría suficiente o con los 10 de Wisconsin. Necesariamente necesita arrancar, además de este último estado, alguno de los otros: Georgia o Michigan.
Trump por su parte necesita 57 votos electorales y el conjunto de estados aún en escrutinio donde de momento tiene ventaja suman 79, o sea que podría perder 22 y continuar teniendo posibilidades de ganar. En realidad si pierde Pensilvania y Georgia, ha perdido las elecciones, pero en Pensilvania la ventaja es muy sólida, 13 puntos, y en Georgia no parece fácil que con el 94% escrutado Biden amortice la diferencia de 2 puntos.
Queda la incertidumbre del voto por correo, que es muy importante. Lo único que se puede decir hasta ahora es que el escrutinio parcial hecho por el momento no otorga un margen suficiente a Biden para compensar los estados donde iría perdiendo, pero esto habrá que confirmarlo.
La precipitación de Trump en declararse ganador es institucionalmente inapropiada, pero electoralmente tiene características de poderse confirmar, no es ni mucho menos un brindis al sol.
De lo que no se han hecho eco los medios de comunicación de nuestro país es de la amenaza que han formulado, no los grupos favorables a Trump, sino precisamente los contrarios. Concretamente el movimiento Black Lives Matter ha anunciado que si Trump declara la victoria, ellos «se apoderarán de las calles». Esta es la primera amenaza de comportamiento no democrático que surge en EEUU.
Vistos los resultados, con independencia de quién sea el ganador, queda claro que los medios de comunicación de nuestro país, seguramente influenciados por las encuestas pero también por una clara predisposición contraria, han subvalorado muy el arraigo popular de Trump, que a pesar de los estragos de la Covid-19 está obteniendo unos resultados realmente sorprendentes si se hace caso de la impresión que se deduce leyendo periódicos y viendo televisión sobre la figura de Trump.