La sorpresa que produjo que Joan Canadell, una figura destaca y radical del ámbito independentista, ganara la presidencia de la Cámara de Comercio de Barcelona, un bastión tradicional del empresariado, puede repetirse ahora en el FC Barcelona, seguramente una de las otras grandes instituciones que tiene Cataluña. Si así fuera, continuaría el proceso de ocupación social del independentismo en ámbitos importantes de poder que, tarde o temprano, podrían tener una traducción política. La dimisión de Bartomeu y su junta, incapaces de afrontar la perspectiva de un voto de censura, ha abierto la carrera hacia la presidencia.
La junta gestora, presidida por Carlos Tusquets, tiene un plazo comprendido entre 40 y 90 días para efectuar las elecciones. Si el plazo fuera el máximo, las elecciones del FCB se situarían en pleno clima preelectoral de las elecciones al Parlamento de Cataluña del 14 de febrero. Claro que también podrían situarse tras estos comicios o bien justo antes, o si utiliza el plazo de mínimos, a principios de enero. En todo caso será muy difícil desligar los movimientos preelectorales del Barça de la competición electoral de los partidos. Esta es una situación inédita.
Hay un segundo hecho destacado, es el teórico y elevado número de candidatos. De momento ya hay cinco confirmados: Víctor Font, Toni Freixa, Jordi Ferrer, Agustí Benedito y Lluís Fernández Alá. Pero no son estos los únicos, porque la lista se puede ver engrosada por otros cuatro nombres candidatos in pectore donde precisamente se encuentran algunas de las opciones más destacadas. En concreto la de Joan Laporta, la del ex vicepresidente de la junta de Bartolomé, que dimitió con anterioridad, Emili Rousaud, también el ex directivo Xavier Vilajoana y el ex presidente de la Federación Catalana de Fútbol, Jordi Roig, que también había sido presidente del Girona. Este último es seguramente el más alejado de los entornos del Barça. Otro hecho ligado que tampoco tiene unos extraordinarios vínculos, es Fernández Alá, un empresario de Sant Cugat que sólo puede exhibir como pedigrí su carnet de socio pero ya ha definido su opción bajo la etiqueta de «pasión, cordura y plantel». También como hemos visto hay el eterno candidato Benedio que ya probó en las elecciones del 2010 y 2015. Significativo es el vicepresidente Emili Rousaud, que además de la experiencia con la actual junta, tiene el apoyo del ex representante de los jugadores, Josep Maria Minguella, como coordinador y asesor. Su fuerza en el conocimiento del entramado institucional del Barça y de los grupos de presión que se mueven en su entorno, es a la vez su principal debilidad sobre todo para todo aquel grueso de socios que están fatigados, lo que podríamos llamar el establishment barcelonista.
Si Joan Laporta se presentara, está claro que la bandera independentista sería uno de sus puntos fuertes, explícita o implícitamente. Pero está todavía por ver que no haya otros candidatos que busquen esta alianza, porque además de sus posibles identidades políticas hay un factor muy importante para aquellos que buscan poder, y que no es otro que, como se ha demostrado en la Cámara de Comercio, la organización social del independentismo es fuerte y puede aportar un grueso importante de votos.
Hay a medio plazo otros objetivos en el campo nacionalista. Uno de los más destacados es la presidencia del Colegio de Abogados de Barcelona que tiene una importancia capital. La actual decana, Eugenia Gay, ha mantenido el Colegio en un ámbito destacado de profesionalidad, presencia social y cultural, así como de buen funcionamiento colegial. Pero para los independentistas tiene el grave inconveniente de no pertenecer a sus filas, y por lo tanto querrían echarla en las próximas elecciones para situar un férreo militante de la separación con España.
Sin alternativa social, el independentismo progresa paso a paso en el entramado asociativo.
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