Este mes de septiembre el grupo MAN, dedicado a la fabricación de camiones, ha anunciado un recorte de 9.500 trabajadores (una cuarta parte de la plantilla actual). La empresa también considera la posibilidad de cerrar sus centros de producción en Alemania y Austria.
En Alemania, los recortes de personal también han comenzado a pesar de que la gran mayoría de las empresas se han beneficiado hasta ahora de las prestaciones del gobierno para proteger puestos de trabajo. BMW ha anunciado varios planes de recortes en su plantilla, que incluirán probablemente más de 6.000 despidos en el país.
Otros grupos, como el fabricante de componentes Continental, han declarado que miles de puestos de trabajo se encuentran en riesgo. Otra empresa del sector, Mahle, también anunciado el recorte de 2.000 puestos de trabajo en Alemania.
El sector alemán del automóvil da empleo directo a más de dos millones de alemanes, y representa el 5% del PIB del país. Se trata, sin duda, de uno de los activos más importantes de la potente industria alemana.
Los centros de producción de automóviles, autobuses y camiones se encuentran concentrados en tres estados en particular: Baviera, Baden-Württemberg y Baja Sajonia. Tres lands que temen particularmente los efectos de una crisis inaudita del sector.
Por un lado, la industria del automóvil alemana vive con dificultad el cambio de paradigma del motor de explosión a los nuevos sistemas de propulsión eléctricos o basados en el hidrógeno. Por otro lado, la crisis sanitaria mundial ha supuesto un choque para la demanda de vehículos en todo el mundo. Según la agencia de calificación Moody’s, el mercado del automóvil se reducirá un 20% en el espacio de un año.
El director general de Continental, Elmar Degenhart, afirma que «después de una década de crecimiento rápido y provechoso, y de expansión de la mano de obra», el sector está a punto de experimentar la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Este ejecutivo opina que el nivel de producción récord de 2017 no volverá hasta al menos el año 2025.
Pero además de los factores coyunturales que afectan a todos los fabricantes de coches del mundo, el sector del automóvil alemán ha visto con consternación cómo, mientras la demanda se hundía en Europa, el choque era mucho más contenido en Asia. En agosto, por ejemplo, las ventas de coches en la Unión Europea fueron un 18% inferiores a las del mismo mes de 2019, mientras que en China crecieron un 9%.
Un problema adicional causado por estas disparidades regionales es que los fabricantes tenderán a invertir más y crear puestos de trabajo allí donde la demanda sea más fuerte, o al menos estable. Como afirma Klaus Rosenfeld, director general de Schaeffler, un fabricante de componentes alemán, por primera vez se están considerando recortes de anchura en un mercado, el europeo, que era tradicionalmente el más estable.
Asia no sólo concentra los nuevos incrementos de la demanda mundial, sino que también cuenta con profesionales cada vez mejor formados, mejores infraestructuras y costes que siguen por debajo de los europeos. El gran miedo de Alemania es que las inversiones de los grandes grupos, incluso de los alemanes, se desvíen hacia los países asiáticos. A diferencia de otros sectores, los constructores de coches prefieren producir cerca de los puntos de venta.
El gran miedo de Alemania es que las inversiones de los grandes grupos, incluso de los alemanes, se desvíen hacia los países asiáticos Share on XPara evitar esto, los alemanes están invirtiendo fuertemente en centros de investigación y programas de investigación para vehículos eléctricos y de hidrógeno. En Nuremberg, por ejemplo, se ha fundado recientemente una nueva universidad técnica que se espera que acoja a 6.500 estudiantes de ingeniería cada año. También se ha lanzado un centro público de investigación sobre el hidrógeno.
Alemania es uno de los países europeos mejor equipados para hacer frente a la crisis económica posterior al coronavirus, pero el caso de su sector automovilístico demuestra que nadie tiene la viabilidad garantizada. Sobre todo cuando se combina una crisis vinculada a un evento concreto como el Covid con una crisis propia asociada a un cambio estructural del mercado.