La capital de Cataluña muestra una gran dificultad para recuperarse de la crisis ocasionada por la pandemia y la limitación de actividades ocurrida durante el primer trimestre. Un indicador directo y en tiempo próximo al real de la actividad comercial es el que proporciona la base de datos de Pulso https://seronsiguis.com/movi/es/pulso del Banco de Sabadell a partir del uso de las tarjetas de crédito.
De acuerdo con aquella fuente, la actividad de Barcelona en relación al mismo periodo del año pasado, y en la primera semana de agosto, señala una actividad del 61,5%. Madrid ofrece un registro mucho mejor, un 75%, y todavía son superiores los niveles de actividad comercial de las otras grandes poblaciones españolas. Valencia 92%, Sevilla 89%, Bilbao 81%, y el caso particular de Zaragoza que a pesar de la situación epidemiológica supera el 100 por 100. Es necesario recordar que en la primera semana de agosto, que es la que arrojan estos datos, La capital de Aragón no se encontraba todavía sometida a las restricciones actuales. Hay que señalar que este buen índice de actividad se debe sobre todo al elevado movimiento comercial que se registra en el ámbito de la salud, 158%, y el del hogar un 125%. A pesar de ello, los indicadores en las otras actividades comerciales, alimentación, hostelería, ropa, etcétera, presentan niveles superiores a los de Barcelona.
En el caso de la Ciudad Condal, el nivel más bajo de actividad comercial se da en restauración, 41%, ropa 53%, cafeterías 57% , y el resto de actividades comerciales, exceptuando la electrónica y la alimentación, con un 66%. Es evidente que en todos estos sectores, que no son pocos, se registrará un elevado número de cierres pasado el verano. Sólo presenta síntomas de una cierta recuperación la electrónica, que alcanza un 89%. Como viene siendo habitual desde el inicio de la crisis sólo la alimentación muestra un comportamiento superior al del año pasado, con un 119%
Para establecer una referencia, la comparación con Madrid es obligada. Esta capital presenta muchos mejores datos en cafeterías, restaurantes y ropa, dado que se encuentran en cifras comprendidas entre el 66 y el 68%, entre 10 y más de 20 puntos por encima de la situación de Barcelona.
Todo esto señala con claridad dos problemas. Uno, que la caída del turismo no tiene una fácil solución a medio plazo para recuperar la ciudad y que esto va a producir, está ya produciendo, un agujero económico que tendrá graves consecuencias, también en el terreno urbanístico con la presencia de nuevos procesos de degradación, y en las finanzas del Ayuntamiento de Barcelona, que verán sustancialmente reducidos sus ingresos. Esto alterará de manera radical el escenario, porque el Gobierno municipal de Ada Colau se encontró con una administración que presentaba unas finanzas muy saneadas, y que por consiguiente disponía de dinero para realizar proyectos que, todo hay que decirlo, no se han visto concretados con iniciativas de significación a lo largo de estos 5 años largos de mandato. Ahora, será mucho más difícil porque su capacidad económica se verá sustancialmente reducida. La segunda, es consecuencia de la primera y se trata de que la municipalidad sea capaz de reinventarse y encontrar una nueva base económica donde asentar el despegue. Otras ciudades lo han hecho en España. Sin duda, el caso más espectacular ha sido el de Bilbao. Hasta ahora el Gobierno municipal catalán, coaligado con el partido socialista, no ha mostrado ninguna iniciativa capaz de encarrilar este reto.
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