El 9 de junio Pujol cumplirá 90 años y también se cumplirán, de hecho se cumplieron en abril, los 40 años de su primera presidencia de la Generalitat.
Pujol consiguió, en un momento dramático debido a la gran crisis económica que destruyó gran parte del tejido industrial catalán, empezando por el textil que quedó casi desaparecido, atraer a industrias a Cataluña. También fue la época en que se liquidaron empresas emblemáticas del sector de la automoción como Montesa, Ossa y Bultaco.
En medio de aquel desastre, sin embargo, se produjo una primera luz: la progresiva instalación de la multinacional Nissan en Cataluña, a través de la adquisición de la fábrica de camiones y tractores Ebro. A lo largo de 7 años, de 1980 a 1987, la empresa japonesa adquirió la totalidad de las acciones a la canadiense Massey Fergusson, constituyendo así Nissan Motor Ibérica, desde entonces estrechamente vinculada a la industria de Cataluña.
También fue el precedente del interés de otras empresas japonesas por ubicarse en Cataluña. La veían como una buena base de operaciones para hacerse presentes en Europa, a la vez que España se incorporaba a la CEE.
En esta dinámica, el presidente Pujol fue determinante. Todavía hoy lo destaca la Asociación de Empresas Japonesas en España, Shach Kai: «Su papel fue determinante para establecer un flujo de localizaciones y situar la Generalitat como un interlocutor decisivo en Japón».
En 1990 el primer ministro japonés, Kaifu, dijo que «Pujol era un hombre clave para las relaciones de Japón con España», y lo prueba el hecho de que sea uno de los gobernantes que haya tenido la distinción de ser recibido en dos ocasiones diferentes por el emperador de Japón. Fruto de toda aquella actividad fue la implantación de empresas japonesas, como es el caso de Sony y muchas otras, por lo que hoy todavía Cataluña es la comunidad con más presencia industrial de Japón.
Pero esta visión es engañosa, porque responde al pasado. Ahora la dinámica es diferente. Madrid ya hace algunos años que supera a Cataluña en nueva inversión, tanto que concentra el 90% de toda la que se ha llevado a cabo. El protagonismo catalán en Japón ha pasado a mayor vida, y todo aquel denso entramado de relaciones que construyó Pujol ha sido malversado. Como mucho, hoy lo que hay es un presidente gesticulando al que, una vez decidido el cierre de Nissan, no se le ocurre otra cosa que «pedir una interlocución directa con Japón». Lo que no explicó Torra es a quién lo pide, porque la carta a los Reyes Magos aún queda lejos.
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