Cualquier ciudadano de este país que siga la actualidad de la política de los EE. UU. por los canales más generales, periódicos y televisión, tendrá una impresión no ya nefasta, sino ridícula del presidente de ese país, Donald Trump. Todo lo que aparece publicado lo presenta como francamente indeseable, por absurdo, irracional, provocador. Sería la presidencia del desastre.
Pero esta impresión hecha de la suma de informaciones que nos facilitan la mayoría de nuestros periodistas choca con un dato absolutamente incompatible. Los norteamericanos apoyan en un 49% a Trump. Es su máximo histórico cuando el mandato se encamina hacia el final y está claramente por encima del apoyo que obtiene Sánchez en España, que no llega ni al 40%, para situar una referencia cercana.
Junto a este dato aparece un segundo dato también muy significativo: la última encuesta publicada por Reuters/Ipsos deja la competencia con el candidato demócrata Biden muy ajustada, 43% a favor del demócrata, 41% favorable al republicano. Como esta preferencia se distribuye por estados y por sus colegios electorales, puede ser, como ya sucedió en las últimas elecciones, que en número de votos electorales, los que otorga cada estado al ganador, Trump esté por delante. Y un tercer dato: los votantes confían mucho más en el actual presidente para reactivar la economía que en Joe Biden, que fue vicepresidente con Obama. Y esta es también una baza importante, porque el escenario electoral tendrá como eje conductor las capacidades para hacer salir a los EE. UU. de la depresión económica en que les ha situado el coronavirus.
¿Todo ello significa que los estadounidenses, al menos una gran parte de ellos, son seres irracionales y masoquistas que votan a una persona que les perjudica? Quizás sí, pero lo más probable es que las versiones que nos llegan de nuestros periodistas, sin faltar por completo a la verdad, nos coloquen versiones tan deformadas que lo que transmiten no es la realidad sino una caricatura interesada. Sin querer hacer comparaciones, hay que recordar que, durante las dos presidencias de Reagan, esta misma caricatura y deformación estuvo a la orden del día, y luego ha resultado que aquel presidente ha sido uno de los que ha recibido una mejor valoración de sus mandatos electorales.
¿Los estadounidenses, al menos una gran parte de ellos, son seres irracionales y masoquistas que votan a una persona que les perjudica? Share on X