Una brillante apertura de juego de Puigdemont: ahora toca ser reconocidos como nación

Puede sorprender que desde el radicalismo mostrado por Ponsatí y Comín en Perpiñán se pueda formular, como ha hecho Puigdemont, que el primer objetivo de la Mesa de Negociación es reconocer Cataluña como nación.

Para algunos eso les puedes parecer poco. Nos hemos acostumbrado en el plano del consumo interno a multitud de calificaciones de «nacional» por cuestiones propias de Cataluña; también en el ámbito oficial, el Teatro Nacional de Cataluña, la Biblioteca Nacional y un largo etcétera. Pero la realidad a escala española es otra.

El Estatuto no consiguió superar esta barrera y, en el cribado que hizo el Parlamento español, la consideración nacional de Cataluña pasó del articulado al preámbulo. En esta posición el Tribunal Constitucional no tuvo ningún tipo de objeción, porque como tal el preámbulo carece de eficacia jurídica. Pero la realidad es que la Constitución no reconoce ninguna otra nación que la española y esto lo afirmaba literalmente la sentencia del TC. Por lo tanto, la jugada de Puigdemont consiste en poner a prueba la capacidad política, e incluso imaginativa, del gobierno español. Ahora el expresidente reclama una declaración pública sobre este punto, una formulación formal. La dificultad radica en que la sentencia del TC no lo hace posible.

El callejón sin salida que se puede producir puede poner en evidencia la iniciativa de ERC con la Mesa, y gana Puigdemont. Y si obtiene algún resultado, creándole un problema añadido a Sánchez, también gana el hombre de Waterloo, porque suya ha sido la iniciativa.

Esta prueba se lleva a cabo en una perspectiva electoral que no está claro que no termine en una convocatoria antes del verano. Sería poco responsable ir a las elecciones en plena crisis del coronavirus, pero nos tememos que este no sea un argumento suficiente, si el independentismo considera que le es rentable electoralmente. El problema máximo para hacerlo es interno. Por un lado, porque Puigdemont no tiene bien resuelta la forma de ir a las elecciones, ya que no ha deshecho la maraña de intereses contrapuestos que significa el PDECAT, Junts pel Sí y La Crida. Y de otra, porque no está claro que el gobierno zombi de Torra soporte mucho más tiempo.

En todo caso, un nuevo capítulo de esta historia, de la que los ciudadanos somos víctimas, se acabará el 18 de marzo, cuando Sánchez consiga aprobar un presupuesto inútil superado por las circunstancias, gracias a ERC.

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