En plena negociación de ERC con el PSOE, situada en la difícil tesitura de poder ser tildada como “colaboracionista” para facilitar la investidura de Sánchez, “el del 155”, sin ninguna contrapartida sustancial en el ámbito del referéndum y la amnistía, Torra no se ha podido estar de golpear la mandíbula de los republicanos que al final de este combate demostrarán su capacidad de encaje, aguantando hasta el final, o bien tirarán la toalla.
Torra ha utilizado la invitación formal a todos los presidentes autonómicos para asistir a la celebración del día de la Constitución en Madrid para contestar con una carta en la cual no solo ningunea la Constitución Española, sino, y esto es importante, anuncia la necesidad de llevar a cabo la Constitución de Cataluña, que es un tipo de Guadiana, con perdón por el españolismo, que aparece y desaparece según convenga. Y ahora, por lo que se ve, conviene reivindicar la Constitución de Cataluña.
¿Quién se acuerda de aquel famoso (es un decir) Consejo Asesor del Foro Cívico y Social (CAFCS) presidido por Llach, que tenía que preparar los trabajos y el procedimiento para la nueva constitución? ¿Quién recuerda que hay abierta una web, www.debatconstituent.cat, que en teoría está llevando a cabo esta importante cuestión? ¿Quién sabe dónde paran las «Enteses», que eran los ámbitos orgánicos en los cuales se tenía que debatir la constitución? Todo está en ciernes. Ni tan solo se han hecho públicas las actas de la liquidada CAFCS que presidía Lluís Llach, documentos del máximo interés porque habrían permitido ver, según opinión de los propios asistentes, cómo no había manera de que se pusieran de acuerdo en casi ningún contenido.
Pues ahora viene Torra y, en este momento de dificultad en la política española, especialmente sensible para ERC, desentierra la idea de la Constitución Catalana.
Para que no haya males entendidos, hay que hacer notar que, desde las épocas finales de Pujol, el presidente de la Generalitat no asistía a la fiesta de la Constitución en Madrid, con alguna excepción puntual y contada. Por lo tanto, la invitación no esperaba ninguna respuesta, ni de Torra, ni antes de Puigdemont, ni de Mas. Ha sido sencillamente aprovechar la ocasión al vuelo y tirar el uppercut a la mandíbula de ERC.