El desastre electoral que ha sufrido Ciudadanos en las últimas elecciones generales se repetirá previsiblemente en los comicios en el Parlamento catalán qué tendrán lugar, más tarde que temprano, durante el 2020.
El PSC quiere ampliar su espacio electoral a cargo suyo, sobre todo en el área metropolitana de Barcelona donde en su momento, en las anteriores elecciones autonómicas, Ciudadanos captó una buena parte del electorado socialista reticente a los planteamientos del socialismo catalán, que les parecerían excesivamente condescendientes con el independentismo.
Para conseguir el posicionamiento que les permita recuperar aquel voto perdido, Iceta ha adoptado una estrategia de una cierta radicalidad, la del catalán en la escuela, seguramente convencido de que es la vía más rápida para hacerse entender por un electorado más español que catalán.
Por eso ha roto lo que hasta ahora era un tabú: el catalán como lengua vehicular en la escuela.
Por esta razón plantea flexibilizar la inmersión lingüística de forma que el catalán no sea la lengua vehicular exclusiva, porque sostiene (y no deja de ser un criterio razonable) que no es lo mismo enseñar en términos de dominio lingüístico en un área profundamente catalanoparlante que en otra donde predomine el castellano.
En la primera consideran que habría que reforzar las horas de castellano, mientras que en la segunda el carácter vehicular del catalán tendría que ser hegemónico, como establece la legislación, con la excepción de lo que el Tribunal Constitucional consideró: el castellano tendría que estar presente en un 25% del horario lectivo.
Al abordar esta cuestión, el PSC toma una bandera que nunca había usado porque siempre se había mantenido fiel a la literalidad del texto legal aprobado. Con esto ha motivado el desencadenamiento de críticas por parte del campo independentista. Sin duda, una de las más duras procede de Ernest Maragall, miembro histórico de PSC y hermano del que fue dirigente emblemático de aquel partido, Pasqual Maragall, y hoy presidente del grupo de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona.
Quizás como contrapartida, al poco de dar a conocer esta propuesta que formará parte del conjunto programático del próximo congreso, se ha dado a conocer una en la cual plantea el reconocimiento de Cataluña como nación. No es que el PSC en su historia política se haya manifestado contrario a este concepto, pero es evidente que su formulación ahora ha encendido luces rojas en el sector del PSOE, que ve con malos ojos la negociación de Sánchez con ERC, porque ve en esta postura de los socialistas catalanes un planteamiento inasumible por parte de todo un sector del socialismo español.
En cualquier caso, lo que sí que está claro es que, en política, y especialmente en las filas del histórico partido de Pablo Iglesias, la victoria es el mejor antídoto para todos los males ideológicos. O sea, que si Sánchez consigue la presidencia y el PSC mejora sus resultados en unas próximas elecciones autonómicas, todas las discrepancias y reservas actuales pasarán a un segundo plano.